Molina Rodríguez, Santiago de

En una sociedad en que la palabra transparencia ha perdido su inocente significado, y se ha vuelto en sí misma un signo de opacidad, la arquitectura no ha podido sustraerse a este radical cambio de signo. Si las relaciones entre transparencia y arquitectura tuvieron estudiosos optimistas o, al menos, sus estetas, hoy la transparencia no es ni una amenaza ni una promesa, sino que ha alcanzado su paroxismo, puesto que ha hecho realidad la pérdida de intimidad y la imposibilidad de dejar huellas personales. Por eso, ¿es posible la construcción de filtros que protejan esa intimidad? Este escrito trata de redescubrir el sentido de tamiz que poseen las paredes y las cortinas. Porque, en una época donde los filtros han perdido su poder de separación, aún podemos descubrir experiencias como las llevadas a cabo por Matta-Clark, Anne Holtrop, Luis Callejas o Petra Blaisse, entre otros, que emplean estos elementos para indicar el valor cultural, simbólico y físico del espacio en que se injertan.

La empresa nórdica de venta de mobiliario Ikea es mundialmente conocida por sus tiendas laberínticas, aunque su estrategia de venta no es tanto un laberinto de pasillos como de rincones. La constatación de este fenómeno sirve para descubrir que los rincones son el origen del lugar de la ensoñación de un habitar primordial largo tiempo olvidado. Precisamente se destaca aquí esta dimensión antropológica y psicológica del rincón para constituir un primer resguardo elemental. En torno a esta ensoñación se construye un texto especulativo sobre la vigencia del rincón y su presencia a la hora de adecuarla a la escala de sus habitantes, de ofrecernos un contacto alternativo con la materia de la habitación, hasta descubrir su ausencia en el discurso de la modernidad salvo las respuestas ocasionales que ofrecen figuras como Jacobsen, Go Hasegawa, o la metáfora que nos brinda la escultura de Giacometti sobre “la mujer cuchara”. El presente escrito actualiza el tema del rincón desde los planteamientos conceptuales de la Escuela de los Annales, el apoyo en la metodología de la Nueva Historia y el estudio de las estructuras de la experiencia subjetiva de la fenomenología y la historia de las mentalidades.

Rem Koolhaas, arquitecto holandés, es uno de los máximos referentes de la arquitectura contemporánea, reflejando las inquietudes y traumas del cambio de siglo. Su obra, tanto teórica como construida, ha tenido una influencia pragmática que ha permeado en arquitectos y estudiantes de todo el mundo. La biografía de Koolhaas, desde su juventud en las colonias asiáticas hasta su formación en la Architectural Association de Londres y en Estados Unidos, muestra su temprano interés por la cultura de masas y su posterior inclinación hacia la arquitectura y el urbanismo. Su estancia en Nueva York marcó su trayectoria, consolidándose con su libro Delirious New York, que analiza la congestión urbana y coloca a Manhattan como epicentro de sus reflexiones arquitectónicas. Este manifiesto, aunque criticado por ser tardío en una era de manifiestos intelectuales, sienta las bases de su enfoque posterior. Koolhaas abrazó un pragmatismo que rompe con las aspiraciones heroicas de la modernidad, asumiendo las contradicciones y desafíos de la construcción contemporánea como punto de partida para un discurso arquitectónico efectivo. Su realismo crudo y su capacidad para moverse en territorios inciertos han sido clave en su legado.

La arquitectura y las ciudades están profundamente ligadas al tiempo, que actúa como un agente transformador constante. Desde el experimento de Overton Down hasta las fisuras de Roma, se resalta cómo el paso del tiempo convierte las obras en ruinas y estas en portadoras de significados. La arquitectura no es estática; es un "retrato del tiempo", un testigo que envejece, transmite mensajes y conserva la memoria de su contexto. Las fisuras, el desgaste y la corrosión son signos del devenir temporal, símbolos del movimiento del mundo. Las ciudades, por su parte, son colages de fragmentos que reflejan tanto su construcción como su destrucción, convirtiéndose en recipientes óptimos del tiempo y en espejos de nuestra propia historia. Finalmente, proyectar en arquitectura es una forma de anticipar futuros posibles, materializando sueños y significados en cada decisión

El arquitecto reflexiona sobre las referencias que informan su arquitectura, destacando la importancia de la escala como elemento central en el diálogo entre el edificio y su entorno. Ares subraya cómo su trabajo busca integrar proporción y medida, evitando gestos grandilocuentes para priorizar una relación respetuosa con el lugar. Otro punto clave es su enfoque en la España vaciada, donde defiende una arquitectura profundamente vinculada a lo local. En este contexto, Ares enfatiza la necesidad de recuperar la identidad y la memoria de los entornos rurales, reinterpretándolos desde una perspectiva contemporánea pero siempre respetuosa. Su práctica pone en valor materiales autóctonos, tradiciones constructivas y un entendimiento profundo del paisaje como recurso y narrativa. La entrevista muestra cómo su arquitectura se convierte en un puente entre pasado y presente, planteando una forma de construir que no solo responde a las necesidades del lugar, sino que también busca revitalizar comunidades.

El prólogo de Columnas Bizarras reflexiona sobre la conexión entre lo bizarro y la arquitectura, destacando a la columna como un elemento clave para explorar esta relación. Carmelo Rodríguez Cedillo utiliza el humor como herramienta para desmitificar la solemnidad académica, invitando a repensar la historia arquitectónica desde un enfoque crítico y lúdico. A través de ejemplos de columnas insólitas y su carga simbólica, el texto plantea cómo estas formas desafían las convenciones, operando como soportes tanto físicos como discursivos. Este prólogo es una introducción estimulante a una obra que busca reconciliar pasado y presente con ironía y rigor

Nadie sospechaba que la menos extraordinaria de las arquitecturas, la de la casa, nuestro hogar, pasaría en poco tiempo a cambiar tanto su sentido. Si tradicionalmente esta caja cargada de hipotecas y habitaciones ha constituido el hábitat más inmediato del ser humano y su lugar de partida diario, los vertiginosos cambios a los que está sometida desde tiempos recientes la dotan de nuevas y profundas dimensiones existenciales. «¿Qué puede enseñarnos la casa y sus habitaciones?». Ante cada temblor del mundo, ante cada exiguo movimiento social, la casa permite escuchar el rumor del tiempo como un auténtico sismógrafo. Como «gran depósito» donde terminan abandonados los restos técnicos o culturales de cada época, la casa aún cumple con su deber. Cuando la casa lucha por ser el centro desde el que reconstruir la intimidad y la cotidianidad, cualquier virulento cataclismo desvela que su capacidad de refugio, aunque olvidado, permanece intacto. Es así como en la casa de todos los días reside nuestra identidad como sujetos.)

El texto explora la singularidad de las escaleras como elementos arquitectónicos que cambian según se suban o bajen, deteniéndose especialmente en el acto de descender. Analiza cómo la bajada de una escalera ha sido más representada en el arte y el cine que en la arquitectura misma, con ejemplos como el cuadro Desnudo bajando una escalera de Marcel Duchamp, donde el descenso se convierte en una reflexión sobre el tiempo y el movimiento. También se mencionan proyectos como el Arco de Saint Louis de Eero Saarinen y la escalera de la Biblioteca Medicea Laurenziana de Miguel Ángel para reflexionar sobre cómo el descenso implica un desafío físico, emocional y simbólico, y cómo las escaleras parecen contener un movimiento intrínseco que interactúa con quien las recorre