doxa.comunicación | 31, pp. 361-380 | 365

julio-diciembre de 2020

Raquel Hidalgo Downing

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

3. La noción de estilo en la comunicación mediada por ordenador

Tal y como la investigación sociolingüística y sociopragmática de las últimas décadas ha mostrado, la elección de un estilo en una actividad comunicativa depende de la relación –socialmente establecida– entre las características lingüísticas for-males del enunciado y la propiedades de la situación comunicativa; por ello, tiene consecuencias para la representación que hablantes y destinatarios se forman de la experiencia en que es adecuado dicho uso. La práctica social, ya sea pública o privada, las condiciones de producción y recepción, el canal, la naturaleza interpersonal o institucional de la actividad comunicativa, el esquema de participación, las relaciones de jerarquía y solidaridad existentes entre los participantes, -es decir, lo que Halliday (1985) subsumía en los conceptos de campo, tenor y modo- determinan las características estilísticas de las distintas modalidades discursivas. De acuerdo con esta idea (Halliday, 1985; Gee, 1999; Garrido Medina, 1997: 114-117), el estilo no designa simplemente un conjunto de propiedades lingüísticas que se superpone a un contenido previo; el estilo es significado –lo transmite– en la medida en que su uso refleja la representación que los hablantes tienen del contexto de situación, y por tanto, de cómo deben interpretarse los enunciados en él. Por tanto, la elección de un estilo está asociada a contextos de uso particulares y a las formas en que los hablantes de una comunidad lingüística se repre-sentan –a partir de expectativas socialmente construidas– el funcionamiento de los componentes de dichos contextos. Los registros, en cuanto variedades lingüísticas asociadas a propiedades más generales de las interacciones, desempeñan un papel fundamental en la configuración del estilo. Mientras que algunos autores hacen coincidir los rasgos de etilo con sociolecto o rasgos de la variación social, otros destacan que un mismo grupo social puede presentar distintos estilos, por lo que cabe considerar el estilo como una categoría contextual, que pone en relación los rasgos situacionales con los lingüísticos (Garrido Medina, 1997: 114). El estilo se caracteriza por la posibilidad de elección, mientras que la variación social puede estar determinada al menos parcialmente por el usuario, y no (no solo) por el uso. En la variación de uso, el estilo se refiere “al conjunto de factores que intervienen en la situación comunicativa, y se coincide en considerar fundamental la relación con el oyente, es decir el diseño del destinatario o público receptor, la acomodación al otro, la interacción en redes sociales, o el prestigio en el ‘mercado lingüístico’” (Garrido Medina, 1997: 117). Esta concepción del estilo es particularmente relevante para nuestro corpus porque, como se verá en el análisis, los estilos comunicativos re-flejan representaciones distintas acerca de las expectativas de lo que ofrece el medio y de las intenciones que poseen los usuarios de la plataforma en cuanto al diseño de las audiencias.

En la comunicación mediada por tecnología, la ya sólida tradición de estudios ha destacado las características estructura-les de la comunicación por internet (véase Herring et. al., 2013; Yus, 2011), tales como la interactividad, la horizontalidad o la multimodalidad (Herring et. al., 2013). Algunos de los rasgos que se han asociado a este tipo de comunicación son la informalidad y oralidad (Yus, 2011; Vela Delfa, 2016) y el alejamiento de la norma lingüística (Mancera Rueda, 2016), en consonancia con la irrupción de una forma de escritura mínima e inmediata, sin filtros normativos. Sin embargo, en las últimas décadas los estudiosos observan cómo las prácticas discursivas se modifican continuamente, en consonancia con la rápida evolución de la red. Un caso paradigmático es el correo electrónico; inicialmente se describió como un género informal, con rasgos que se asociaban a la oralidad (Yus, 2011), mientras que estudios más recientes lo describen en entornos profesionales y académicos (Pérez Sabater, Turney y Montero, 2008). La claridad, economía y expresividad se destacan como elementos característicos del estilo comunicativo de mensajes de texto SMS (Cantamutto, 2017); estos