doxa.comunicación | 29, pp. 169-196 | 175

julio-diciembre de 2019

Cesibel Valdiviezo-Abad y Tiziano Bonini

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

gramadas. Inventos que para la época guardaban un alto valor por las condiciones en las que desarrollaron y los avances tecnológicos, el primero incluso ha sido considerado como un preordenador.

Pablo Míguez, señala la obra de Coriat “El taller y el robot” donde se analiza el pasaje de fordismo al postfordimo, centrán-dose sobre todo en la aparición de nuevos medios de trabajo, como la microelectrónica y la informática, que habría dado lugar a una nueva ola de innovaciones, en la denominada “era de la automatización” y lo que sería la primera etapa de la automatización” (Míguez, 2008, p. 3).

Lo que se evidencia es una automatización que se ha ido perfeccionando y mejorando con el paso de los años hasta con-vertirse en tecnologías inteligentes y autosuficientes a través de sistemas y equipos tecnológicos.

Para Bravo, Santana, & Rodón (2014, p. 269) “la esencia del rol automatizar se relaciona con la medida en que la tecnología realiza actividades reemplazando al humano”. Para Kaber y Draper (2004) citados en (Bravo et al., 2014, p. 269) manifiestan que quien toma la decisión de automatizar los procesos y de diferenciar las actividades que van hacer realizadas por los humanos y las máquinas es responsabilidad de la organización. En este mismo sentido, Davis (1986, p. 299) manifiesta que los gerentes generales de las organizaciones juegan un papel cada vez más importante en las decisiones relacionadas con el soporte informático que se utiliza al interior de ellas, por parte de sus colaboradores.

La automatización llama la atención pública por los beneficios económicos que puede proporcionar, o al menos los que se percibe (Parasuraman et al., 2000, p. 286). Ha liberado a los humanos de muchas actividades, especialmente aquellas que requieren de mucho tiempo y esfuerzo físico. Ahora es posible hacer que el trabajo humano sea más productivo, lo que aumenta la demanda de trabajo (Acemoglu & Restrepo, 2019).

David Autor (2015, p. 5) sostiene que la interacción entre la máquina y la ventaja comparativa del ser humano permite que las computadoras sustituyan a los trabajadores en la realización de tareas rutinarias y codificables al tiempo que amplían la ventaja comparativa de los trabajadores en el suministro de habilidades de resolución de problemas, adaptabilidad y crea-tividad, que en ningún momento pueden o al menos hasta ahora no han logrado ser sustituidas por el ser humano. Estas funciones cognitivas como la toma de decisiones, la planificación y el pensamiento creativo son las que la automatización no ha podido reemplazar (Parasuraman y Riley, 1997, p. 231).

Manteniendo una postura más crítica, Tunal (2005, p. 100) cree que el impacto del cambio tecnológico en algunas orga-nizaciones productivas contemporáneas ha sido más nocivo que benéfico para algunos grupos sociales, y esto porque las computadoras, y con ello las redes de informática, han permitido el desarrollo de nuevos tipos de relaciones y capacidades, no siempre aplicadas con responsabilidad. Además, señala que el impacto tecnológico en automatización de los proce-sos de trabajo es inevitable, por tanto, los altos mandos tienen que tener la capacidad de reconfigurar su modo de hacer gestión.

La automatización avanza rápidamente, y los desafíos para sustituir trabajadores por máquinas en tareas que requieren flexibilidad, juicio y sentido común siguen siendo muchas, considerando que, en muchos casos, las máquinas sustituyen y complementan el trabajo humano.