doxa.comunicación | 29, pp. 113-137 | 115

julio-diciembre de 2019

Noel Bandera López

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

programas de referencia y su agenda setting. Tras analizar 3.134 noticias de seis cadenas españolas, Humanes et. al (2013) observaron un modelo híbrido en el sistema televisivo español, en el que coexistirían gradaciones de pluralismo interno y externo dependiendo de la cadena y la estrategia de negocio del grupo de comunicación. Los informativos de TVE1 refle-jaron los mayores niveles de pluralismo interno, con Antena 3, Telecinco y Cuatro como referentes del modelo comercial y La Sexta e Intereconomía como exponentes del modelo de nichos de audiencia según orientación ideológica.

Además de otras facultades clave como el framing o el priming, la agenda setting es probablemente la capacidad definito-ria de todo medio de comunicación en sus relaciones con los demás poderes y con la propia realidad. Un enfoque teórico de gran importancia a partir de los años 70 (McCombs y Shaw, 1972; McLeod et al., 1974), dotado de potencial explicativo e intuitiva aprehensión, valiéndole para ser muy usado en diversas investigaciones. Con el tiempo ha generado deba-tes más profundos para acudir a las disputas de poder y demás causas ideológicas tras el establecimiento de la agenda (Gandy, 1982; Carragee & Roefs, 2004).

El contexto en el que se desarrolla este trabajo es el de una de las sociedades europeas menos dinámicas en los 2000 (Mo-rales & Mota, 2006), con un sistema mediático cada vez más concentrado en dos únicos grupos de comunicación. El alto paralelismo político entre medios y partidos (Campos Domínguez, López García & Valera Ordaz, 2013: 37) se ha manteni-do por lo general en las coordenadas propuestas por Hallin y Mancini (2008). Significativamente, sólo se vislumbraría una leve autonomía de los medios respecto a los frames partidistas con posterioridad a las elecciones (Valera Ordaz, 2015).

En el análisis se presta atención al moderador, en especial cuando plantea un contraargumento a un tertuliano o colabo-rador en conexión. Estas intervenciones han sido registradas. La aproximación elegida considera al conductor como un actor “convertido en icono de la propia cadena, que tanto al moderar como al explicitar su punto de vista define el tema-rio, pero también el tono, el perfil dramático y el encuadre desde el que se abordan los temas. Los contertulios siguen esas pautas [...]” (León Gross y Gómez Calderón, 2011: 68). Tal enfoque contrasta por ejemplo con el tomado por Santamaria Guinot (2017: 132): “Como el papel del conductor del programa es dirigir la tertulia hacia los temas que se quieren debatir en público no analizaremos las intervenciones ni de Xavier Coral ni de Helena García Melero”.

Además de lo concerniente a los datos sobre selección de agenda y la enumeración de intervinientes con sus respectivas frecuencias de asistencia o intervención vía entrevista, la metodología planteada se centra en las palabras del presentador y concretamente en el grado de cuestionamiento que plantea de la posición del tertuliano o entrevistado. Para aprehen-der las condiciones completas en las que se desenvuelven estos intercambios comunicativos, es necesario añadir una metodología como la de Sánchez Castillo (2018) sobre “cortesía audiovisual”. Ésta comprende el análisis desde un punto de vista eminentemente visual (utilización de recursos como la pantalla dividida, los letreros sintetizando la opinión del entrevistado o planos de este mientras oye la pregunta, entre otras variables) pero combinándolo con el nivel de inten-sidad, de 0 a 10, de las distintas preguntas formuladas (variable más cercana a la que se utiliza en el presente estudio).

Como se desprende de estudios como el de Carniel Bugs y Sabés Turmo (2014) o Botella (2006), España carece de organis-mo regulador del audiovisual; algo que, además de ser excepcional en la UE2, obstaculiza el cumplimiento de los valores

2 Cotarelo, R. y Gil J. (2017), nota 149.