doxa.comunicación | 29, pp. 43-60 | 51

julio-diciembre de 2019

Susana Guerrero Salazar

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

¿Durante alguna de las seis incursiones la RAE les ha hecho caso? “En las primeras incursiones dio la “casualidad” de que su página estaba caída después de un rato etiquetándola en las redes”, comenta. “Si miramos ahora las palabras por las que les preguntábamos en las primeras incursiones notamos que algunas definiciones han cambiado a lo largo de estos años” (eldiario.es, 25-IV-16).

Desde 2017 se han sucedido las demandas feministas al diccionario a través de change.org, una plataforma de presión so-cial que, aunque no sustituye a las iniciativas legislativas populares (ya que sus solicitudes no tienen validez legal), cuando el número de peticiones es muy elevado o bien cuando la petición se hace viral a través de otras redes sociales, pasa a ser noticia en los medios tradicionales. Así, en marzo de 2017, la prensa da cuenta de la petición (#Yonosoyelsexodébil), pre-sentada a través de la plataforma por Sara Flores, una estudiante de marketing, con la finalidad de conseguir la eliminación de las expresiones bello sexo y sexo débil, definidas en el diccionario como ‘conjunto de las mujeres’. La prensa da por sen-tado que esta reivindicación ha sido la responsable de que la Academia revise la definición:

Miles de firmas obligan a la RAE a revisar la definición de “sexo débil” sobre la mujer (publico.es, 3-III-17).

Sin embargo, la RAE desmiente en otra noticia, publicada el mismo día en otro diario, que la razón sea la presión social de las redes, pues la modificación de la entrada sexo débil ya se había aprobado en 2015, a la espera de incorporarse en la próxima revisión. Se explica que la modificación va a consistir en agregar una marca de uso que indique que se trata de una expresión “despectiva o discriminatoria”; de igual modo, en la entrada sexo fuerte (‘conjunto de los hombres’) se incluirá la marca de uso “en sentido irónico”. En ningún caso la Academia se plantea eliminar la acepción, porque está documentada tanto en el uso cotidiano como en textos escritos: “LA RAE no entra en si esa expresión es o no conveniente”. En esta oca-sión es la escritora y académica Soledad Puértolas la que confirma al periódico el cambio que se va a producir:

La RAE revisará la definición de ‘sexo débil’. La modificación se hará en diciembre en la versión digital del ‘Diccionario’ (elpais.com, 3-III-17).

La misma académica es tomada como autoridad en el siguiente artículo, donde se hace alusión a que la polémica desatada en las redes ha obligado a la RAE a entrar públicamente en el debate y dar una respuesta. Puértolas manifiesta estar en contra de la desaparición de la acepción y defiende añadir una marca de uso: “No se puede y no se debe borrar lo que no nos gusta. No podemos borrar la memoria de la historia, si lo hiciéramos parecería que hemos llegado hasta aquí por arte de magia”:

¿Sexo débil? ¿Mujer pública?: la polémica por los términos “machistas” que aún quedan en el diccionario de la Real Aca-demia 8-III-17).

El siguiente artículo manifiesta, desde el titular, un claro posicionamiento en cuanto al machismo de la Academia; aporta, como argumento de autoridad, las declaraciones de tres académicas cuyo compromiso con la igualdad es manifiesto:

Las académicas de la RAE quieren dar “un esplendor feminista” al lenguaje . Soledad Puértolas, Carme Riera e Inés Fer-nández Ordóñez son tres académicas que abogan por eliminar el significado sexista de las palabras (eldiario.es, 6-IV-17).

En el cuerpo del texto las palabras de la periodista son muy explícitas al aludir a la misoginia de la Academia (“La tradición misógina de la RAE ha vuelto a ocupar la primera plana y, con ella, las consecuencias que pueda traer para el lenguaje”) y a su lentitud (“el avance perezoso que es el reflejo de su lenta regeneración interna”). Sobre las tres académicas añade: