doxa.comunicación | 29, pp. 43-60 | 49

julio-diciembre de 2019

Susana Guerrero Salazar

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

Las dos fuentes de autoridad enfrentadas son Pedro Álvarez de Miranda (como representante de la Academia) y Eulàlia Lle-(como representante del feminismo). La filóloga insiste en que la Academia “es refractaria a incorporar usos igualitarios que están en la calle”, que el diccionario “está a años luz de la sociedad”, que “arrastra una inercia que parece que les gusta” y que “el androcentrismo y el sexismo son tópicos que contravienen la realidad”. Por su parte, el académico declara que se trata “de que el Diccionario sea mejor, no menos machista, es decir, “que diga la verdad”; explica que los cambios produ-cidos no tienen que ver con las protestas: “Lo que no se puede pretender es cambiar la realidad a través del Diccionario. Si la sociedad es machista, el Diccionario la reflejará. Cuando cambia la sociedad, cambia el Diccionario”. Este se limita a reflejar la realidad tomando nota de lo que pasa, pero no puede acelerar el proceso.

En esta misma línea apuntan las declaraciones del entonces director de la RAE:

Blecua: “No se puede culpar al Diccionario del uso sexista que la sociedad hace del lenguaje” (20minutos.es, 13-XII-13).

Sin embargo, cuando un año más tarde (2014) ve la luz la nueva versión del diccionario, las declaraciones tanto del direc-tor de la Academia (José Manuel Blecua, ej. 10) como de su secretario (Darío Villanueva ej. 11) revelan, de modo explícito, que la RAE ha intentado evitar el machismo. Blecua admite que se ha tenido “un especial cuidado en evitar el posible carácter machista de algunas definiciones”, que se han revisado “todos los artículos en que aparece la voz mujer”, que se ha procurado que “no hubiera elementos muy graves que fueran de denuncia inmediata” y que “se han revisado con lupa las profesiones para que conste el masculino y femenino siempre que haya posibilidad de que una mujer las desempeñe”:

Blecua: “La RAE ha evitado, en lo posible, el machismo en el Diccionario” (heraldo.es, 16-X-14).

La Academia ha tenido un “especial cuidado” al revisar las entradas relacionadas con la política, la religión, el feminismo y el machismo para evitar que las definiciones, que “por venir de época anterior y mantenerse, resulten chocantes para la sensibilidad actual”, aseguraba el secretario (abc.es, 17-X-14).

Efectivamente, en la edición de 2014 se suprimen las polémicas acepciones de los adjetivos femenino y masculino, hecho que se convierte también en noticia:

Femenino ya no significa “débil y endeble”, ni “varonil” es masculino en el nuevo diccionario de la RAE (nación.com, 16-X-14).

En 2016, la prensa se hace eco de una nueva demanda, esta vez por parte de la Asociación de Mujeres Juezas de España (AMJE), la cual dirige un comunicado al director de la RAE, Darío Villanueva, solicitando la eliminación de la acepción ‘mujer del juez’ que aparece en la entrada jueza. El argumento se articula en torno al afecto pasional, pues el colectivo se siente agredido y considera la definición como un “anacronismo” que “perpetúa estereotipos sexistas incompatibles con una sociedad igualitaria” y es “irrespetuoso con la dignidad del colectivo de juezas”. Por otra parte, va en contra del artí-culo 14 de la Ley 3/2007 de Igualdad, que establece que entre los criterios generales de actuación de los Poderes Públicos se encuentra la implantación de “un lenguaje no sexista en el ámbito administrativo y su fomento en la totalidad de las relaciones sociales, culturales y artísticas”. Las juezas extienden su petición a otras acepciones empleadas por la RAE en otras profesiones (como fiscala, zapatera, médica o peluquera, que también aparecen definidas como ‘mujer de’). La prensa da cuenta de que la RAE les ha respondido asegurando que será estudiada para su posible inclusión en la vigésima cuarta