doxa.comunicación | 29, pp. 43-60 | 55

julio-diciembre de 2019

Susana Guerrero Salazar

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

Los disfemismos empleados por ambas partes manifiestan actitudes valorativas denigrantes hacia el otro bando; así, a las personas que piden sean eliminadas determinadas acepciones o palabras del diccionario, el académico Javier Marías las llama “inquisidores actuales” y “franquistoides”, cuyo carácter es “intolerable y censor”, y sus demandas son “exigen-cias quisquillosas” (ej. 54). Pérez-Reverte las llama “cara dura” y “arrogantes analfabetos” que lo único que hacen es “el ridículo”:

Pérez-Reverte llama “analfabetos” y “cara dura” a quienes denuncian que ‘mujer fácil’ esté recogido en la RAE” (publico.es, 9-II-18).

Los defensores del feminismo tildan a la Academia de machista, misógina, anacrónica, refractaria, elitista… fruto de lo cual las acepciones del diccionario y, por extensión, el diccionario, son valorados mediante adjetivos como machista, sexista, androcéntrico, irrespetuoso, impertinente, vergonzoso, sorprendente, obsoleto e, incluso, peligroso:

Diccionario “sexista” de la lengua (elpais.com, 10-XI-04).

Diccionario impertinente (elpais.com, 25-VI-06).

El machismo persiste en el Diccionario de la Real Academia Española (prensalibre.com, 6-III-17).

A la vista de las valoraciones vertidas en los ejemplos, coincidimos con Llamas Saíz (2015: 208-209) en que “la humillación y la ofensa se presentan en la prensa como actitudes que determinados colectivos sienten hacia el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) y, por ende, hacia quienes componen la institución que lo ha confeccionado”. Dichas valora-ciones no solo se desprenden de los sustantivos y adjetivos, pues los verbos empleados denotan actitudes muy marcadas. Así los defensores de la Academia consideran que los otros (feminismo) pretenden corregir, censurar o mutilar el dicciona-rio. Los defensores del feminismo se rebelan (ej. 15) contra la Academia a la que exigen el cambio de las acepciones (ejs. 6 y 26). El verbo arremeter se usa por ambas partes.

En las denuncias de los sesgos sexistas de los diccionarios son muy relevantes los argumentos empleados. Como señala van Dijk (2010b: 182): “Las estructuras discursivas de tipo argumentativo –aquellas que se organizan en torno a la defensa de determinados puntos de vista– incluyen no solo opiniones, sino también representaciones sesgadas (partidarias) de la realidad, es decir, conocimiento”.

La Academia, como institución, casi siempre a través de su director, reitera principalmente dos argumentos. El primero es que el diccionario es un producto neutro que se limita a reproducir los usos:

“No se pueden echar al Diccionario las culpas de los usos que hace la sociedad” (20minutos.es, 13-XII-13, José Manuel Blecua).

“[…] y el Diccionario, como es reflejo de una sociedad, contiene visiones sociales que son inevitables, forman parte de nuestra historia” (Heraldo.es, 16-X-14, José Manuel Blecua).

“[…] es un mero registro neutral de lo que los hablantes dicen y escriben, o han dicho y escrito en el pasado” (elpais.com, 11-VI-17, javier Marías).

Por tanto, el diccionario no posee ideología y no puede ser “políticamente correcto” (expresión reiterada por distintos aca-démicos y en distintos años):