doxa.comunicación | 31, pp. 403-419 | 411

julio-diciembre de 2020

Soledad Chavez Fajardo

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

Vocabulario andaluz. Así nos lo cita, además, Alvar Ezquerra (2000) en su Tesoro de las hablas andaluzas, quien menciona, además, el Vocabulario de Alcalá Venceslada. También en Canarias, tal como lo ilustra el Diccionario Histórico del Español de Canarias (DHECan, proyecto dirigido por Corrales y Corbella), quien lo data en 1519 y cita, además, para América, el léxico de Peter Boyd Bowman.

5.5. La voz está registrada en CORDE desde 1575, con el zamorano Diego de Torres Bollo y su Relación del origen y suceso de los Xarifes, publicada en Sevilla. La voz solo tiene una segunda recurrencia en CORDE para España: en 1653, con el lopereño Bernabé Cobo y su Historia del Nuevo Mundo. Posteriormente, solo hace referencia a Perú (1685, Jacinto Hevia Bustos, Vejamen al doctor Antonio Correas) y a Filipinas (1754, Historia general de Filipinas). No hay referencias en CREA, por lo que pensamos que la voz, un andalucismo de origen, se extendió rápidamente a Canarias −en donde se mantiene− y a Hispanoamérica y Filipinas.

5.6. Debe haber sido una voz de uso frecuente en Hispanoamérica, puesto que la Hemeroteca digital parte entregando numerosos casos de México desde 1729. Lo interesante, en este caso, es que la voz ha dejado de usarse en España (no aparece en Moliner, tampoco en el DEA 1999 ni en CLAVE) y se mantiene en Canarias. Asimismo, el Diccionario usual de la academia sigue marcándolo como voz de Andalucía. Como sea, la confirmación de que la voz se asentó tempranamente en Hispanoamérica es gracias al LHA de Boyd-Bowman.

6. ¿Poligénesis?

Hay casos en que por más que se confirme la tesis monogenética del origen de una voz, en este caso, una voz propia de Hispanoamérica, los datos que nos pueda dar el cotejo, en la revisión filológica, para dar con entera certeza el origen de la voz en cuestión, puede traernos una que otra sorpresa.

6.1. Lo pensamos, sobre todo, por un caso, como lo es el chilenismo amasandería (voz que se define como ‘sitio donde se hace pan’), así como amasandero (‘Persona que amasa la harina para hacer pan y otros alimentos de masa’), voces tan características del español de Chile que suelen tratarse como chilenismos estrictos.

6.2. Sin embargo, gracias al cotejo con otras obras lexicográficas y afines, se ha demostrado que la voz, fuera de Chile, se usó también en Colombia, tal como podemos comprobar con la información que nos entrega Cuervo en sus Apunta-ciones quien, en sus ediciones de 1867-1872, 1876 y 1885, la presenta dentro de la lista de voces que se derivan de raíces españolas “y no lo son ellas mismas”. En efecto, en estas ediciones, Cuervo informa que en Bogotá se le llama amasandería a la “panadería, tahona”, en palabras del autor colombiano. En las ediciones de 1907 y 1914, en el capítulo “Voces nuevas”, Cuervo señala que de los nombres en ero relacionados con oficio, se forman nombres en –ía, los cuales significan el oficio en abstracto o el local donde este se ejerce o donde se venden los artículos de su fabricación. En el caso de amasandería, explica, no existe el primitivo en ero, mas el nombre relacionado con el lugar, usando el sufijo ería y ejemplifica, ade-más, con otros casos. Esta última información que presenta Cuervo no se da en el caso de Chile, puesto que se tiene al amasandero y es una voz de larga data, puesto que se lematiza en el primer diccionario de Chilenismos, el de Rodríguez (1875), quien define las amasanderías como las “panaderías pequeñas, generalmente dirigidas por mujeres”. Uribe (1887), para Colombia, también incluye amasandería en su diccionario sin ningún tipo de normatividad. No así el chileno Ortú-