doxa.comunicación | 31, pp. 341-360 | 351

julio-diciembre de 2020

Lucia Ballesteros-Aguayo y Francisco Javier Escobar Borrego

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

Tabla 3. Análisis pragmático de nueva normalidad

Análisis pragmático de nueva normalidad

El carácter reciente de “lo normal” implica positividad, variación inmediata en el sentido de volver a recuperar un orden que se había perdido durante la crisis sanitaria, de ahí que contenga una com-ponente positiva. Eso, unido al carácter de “lo nuevo” como lo recién hecho, recién incorporado, crea en la intelección a la ciudadanía una tendencia a interpretar que lo cambiante en el plano social impone una familiaridad de la que la sociedad en su conjunto ha carecido durante la pandemia.

La vuelta a lo normal, a las reglas naturales que siempre han estado vigentes tiene como finalidad trasladar una sensación de control reglado con objeto de atenuar y contrarrestar la situación penosa y precaria vivida con anterioridad por la orden de confinamiento del estado de alarma.

Volver a la “nueva normalidad”, esta máxima señalada por las autoridades sanitarias presenta y de-nota un sesgo ideológico con un peso desproporcionado a favor de quienes posibilitan la vuelta de la ciudadanía a ese estado. En el contexto cultural se interpreta de forma tácita que la recuperación del equilibrio de las formas pretéritas ordenadas, habituales y cotidianas son el resultado de la gestión en la que se han impuesto medidas eficaces conducentes a una visión esperanzadora.

Implica una superación, un progreso, un rebasamiento de la anormalidad vivida durante el proceso anterior y una vuelta a la libertad pretérita marcada por el orden y el equilibrio

Se difunde masivamente a través del ecosistema digital.

Fuente. Elaboración propia

Según se recoge en la tabla 1. “Características comunes del vocabulario de la COVID-19 en las plataformas digitales” se trata de un eufemismo inconsistente.

La contradicción inherente de esta expresión plantea a los hablantes algunas dificultades de compresión, de ahí que sea uno de los motivos fundamentales que dificulte posiblemente su lexicalización en el vocabulario colectivo de los hispa-nohablantes habida cuenta de que requiere cooperación por parte de ellos.

En este caso, el absurdo de la unión de dos conceptos contradictorios (“nuevo” y “normal”), los configura ininteligibles en la medida en que son necesariamente falsos. Y es que, para poder hacer inteligible una contradicción, el oyente necesita modificar las reglas del lenguaje de un modo afín a como si se cambiasen las reglas del juego, salvando las distancias, en una competición deportiva. La ruptura normativa exige, por tanto, un esfuerzo extraordinario si tenemos presente que los enunciados absurdos los acaba rechazando nuestra mente. A decir de Leech (1977: 23):

Parece ser que un principio incontrovertible de la semántica es el de que el pensamiento humano aborrece el vacío de sentido; por ello, un hablante de nuestra lengua al que se le presenten oraciones absurdas exigirá un esfuerzo supremo a su facultad interpretativa hasta que logre hacérselas inteligibles […].

Sin embargo, es plausible tanto desde la distinción chomskiana entre competencia y ejecución como desde la noción wittgensteiniana de juego lingüístico sugeridas en este trabajo, ya que tal deslinde nos permitirá alejarnos de cualquier concepción rígida que pudiera imponer inexorablemente un carácter de falsedad a toda innovación sintáctica o semán-tica. Esto es, en virtud de la competencia.