doxa.comunicación | 31, pp. 265-281 | 271

julio-diciembre de 2020

Gabriel Eduardo Alvarado Pavez

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

irradiación, los cuales consisten en comunidades y páginas de Facebook con una amplia base de seguidores a nivel global. La Real Academia de la Lengua (RAE) tenía en Facebook 330 mil “me gusta” en julio de 2019. Fundéu o Fundación Español Urgente, una organización de carácter privado dedicada a la promoción de la norma del idioma, con apoyo logístico y político de RAE, contaba por su parte con 100 mil para la misma fecha. El Instituto Cervantes, organización que promueve la enseñanza de la lengua española en el contexto internacional, dependiente del Estado español, tenía 67 mil “me gusta”. En cambio, la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), que agrupa a todas las academias de la lengua española del mundo convocaba apenas 5.200 “me gusta”, en contraste con la visible popularidad de la RAE y Fundéu. Esta configuración refleja la fortaleza hegemónica de instituciones dedicadas a la producción de regímenes metadiscursivos, donde la gestión del español se encuentra fuertemente institucionalizada en una escala global, en un orden geopolítico donde España sigue a la cabeza y América Latina en una periferia. Según este mismo orden, el español estándar (y con ello, imaginado como correcto) se configura como situado fuera de los límites de Chile.

No obstante, una comparación de las cifras de adhesión a páginas de RAE, ASALE, Fundéu y el Instituto Cervantes (admi-nistradas desde España) con las de grupos de gestión del mapudungun en Facebook (administradas desde Chile) sugiere que las instituciones de gestión transnacional del español alcanzan un número relativamente moderado de seguidores, especialmente considerando su envergadura geopolítica y sus recursos económicos. El grupo Kimeltuwe (‘lugar de ense-ñanza’) corresponde a la organización de mayor influencia dentro de las políticas lingüísticas del mapudungun en años recientes, con 190 mil seguidores en Facebook en agosto de 2019 y 217 mil en junio de 2020. Emergió en el ámbito digital mediante la producción de imágenes educativas que abordan el vocabulario y la gramática del idioma mapuche, tocando además temáticas culturales y políticas. Las imágenes a menudo están en formato de meme, son llamativas, didácticas y resultan amables para el público general, por lo que rápidamente se difundirían por las redes sociales. Dado su éxito, Kimeltuwe al tiempo adquirió también un rol regulatorio, convirtiéndose en un actor clave en la planificación lingüística del mapudungun en el siglo XXI. Uno de sus principales gestores, Víctor Carilaf, en el periódico chileno The Clinic (Milos, 2019) afirmó: “Pasamos a ser un referente: si tienen dudas, nos preguntan a nosotros. Y si Kimeltuwe dice que se dice así, es así”. Hacia 2020 Kimeltuwe ya ha logrado establecer legitimidad lingüística y posicionarse como una autoridad activa en cuestiones de planificación de corpus.

Ahora bien, es importante tener presente que estos números no se corresponden necesariamente con un mayor o menor nivel de influencia. Indudablemente, el proyecto Kimeltuwe dispone de mucho menos poder institucional que Fundéu, aunque ostente el doble de seguidores en la red social. Comparar ambos grupos arroja luz sobre cómo Facebook resulta propicio para generar nuevos ámbitos desde donde se proyectan institucionalidades emergentes, cuyos discursos de reivindicación, transformación o reafirmación logran convocar a comunidades que hasta hace muy pocos años no eran susceptibles de ser articuladas. Es posible que organizaciones históricamente asentadas con un respaldo económico y político consolidado (como es el caso de Fundéu o el Instituto Cervantes) logren una relativamente menor convocatoria en Facebook no debido a su baja penetración social, sino a que ya ocupan espacios políticos establecidos. Esto las aparta de las comunidades digitales emergentes como Kimeltuwe, configuradas virtualmente desde cero, que gestionan proyec-tos político-lingüísticos más localizados, pero con un potencial de expansión mucho mayor.