276 | 31, pp. 265-281 | doxa.comunicación

julio-diciembre de 2020

Ideologías lingüísticas del español en comunidades y páginas de Facebook: políticas de lengua e identidad social...

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

364 comentarios. En ellos se observa que una mayoría de participantes considera el término mami como vulgar o risible y que, en varias ocasiones, se pide derechamente que no se utilice. Según se observa en los comentarios, se sugiere que quienes emplean el término mami se hallan al extremo inferior del espectro social y que la clase alta prefiere mamá, madre, mom e incluso expresiones como mi amá. Predomina de este modo una percepción del habla de las clases diri-gentes como la forma de más alto valor en el mercado lingüístico y, dadas sus connotaciones positivas, rápidamente es representada como “correcta” o “agradable”. A ella queda opuesta el habla “flaite” de las clases populares, imaginada como cualitativamente inferior (Rojas, 2012b).

En muchos comentarios, no obstante, se defiende la validez de mami, en especial debido a su aspecto afectivo, vinculado a una singularidad emocional en la relación maternofilial. Una participante sostiene: “a m[í] los 2 enanos me dicen mami […] suena tierno en los niños chiquititos […] En lo[s] grandes no me gusta, […] [lo] encuentro flaite”. Y añade: “los regg[a]etoneros lo arruinaron”. En esta sentencia se presentan diversas matrices de sentido que analizadas en conjunto llevan a dimensiones significativamente políticas. Primero, mami sería un uso infantilizado e impregnado de afecto, que hace eco en un universo fundamentalmente femenino. Luego está la marcación de inferioridad por clase social, tal vez novedosa para la comentarista. Y finalmente se observa una posible razón que localiza el origen de dicha inferioridad: el uso amplio de la palabra entre “reggaetoneros”.

Atribuir la inadecuación o incorrección del término mami a la influencia del lenguaje sexualizado y foráneo del reggaetón tiene sentido en tanto este género musical se asocia a las clases populares latinoamericanas más allá de las fronteras de Chile. Rojas (2012a) observa que en Santiago el español puertorriqueño, en particular, está valorado de manera marcada-mente negativa. El reggaetón (género nacido en Puerto Rico y difundido desde allí) si bien es popular entre los jóvenes de todos los estratos sociales, suele imaginarse como algo propio de las clases bajas. Es probable, por lo tanto, que la amplia desaprobación de la variante dialectal puertorriqueña en Chile obedezca no solo a la posición marginal del español cari-beño dentro del orden panhispánico de corrección lingüística, sino que también a una iconización estrecha entre un gus-to predominante de las masas populares y las estrategias de constitución identitaria resueltas por la élite, determinadas en buena medida por contraste y exclusión.

Asimismo, el contrapunto entre una percepción de la forma mami como infantil y afectuosa y otra como sexualizada y fuertemente localizada en sujetos de las clases bajas resulta también revelador de problemáticas de género, nación e identidad. Ello queda en evidencia cuando en los comentarios una mujer declara: “mami en tono caribeño, lo amo”. Este comentario posiciona el término en el plano de lo erótico, dando pie a una semiosis compleja donde intervienen, de manera peculiar, lengua, clase social, género, sexualidad y geopolítica. Ello va de la mano con ciertas especificidades del reggaetón como género musical, cargado de representaciones de los cuerpos (y del idioma) de hombres y mujeres del Caribe, casi siempre visiones eróticas de carácter racializado, juvenil y heterosexual. En el contexto de Chile, estas visio-nes proyectan el imaginario de una geografía cultural ajena, pero legible gracias a la lengua en común, idealizada como territorio donde prevalecen la sensualidad y el placer. De este modo, la mujer residente en dichos imaginarios (la mami) se contrapone al orden racial, cultural y moral establecido por las élites nacionales al momento de pensarse a mismas, lo que deriva en su censura. A ello se suma que el rechazo de la utilización de mami coincide con un esquema histórico de marginación selectiva de elementos latinoamericanos en el gusto establecido por las clases dominantes, algo demostrado