doxa.comunicación | 31, pp. 265-281 | 275

julio-diciembre de 2020

Gabriel Eduardo Alvarado Pavez

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

embargo, el grupo de Facebook Es de roto no participa en una estigmatización de las clases populares; por el contrario, se aboca a celebrar sus singularidades idiosincráticas, entendiéndolas como equívocos culturales propios del carácter singular de los chilenos.

En contraste, la cuica, es el prototipo de la hija y madre de familia adinerada, típicamente blanca y con apellidos que la localizan de modo inequívoco en su origen social. La cuica se identifica como guardiana de los rasgos que definen tanto su clase como su género, y aunque se suele concebir como conservadora, está también fuertemente influenciada por la cultura global y el consumo.

Una lectura crítica de los documentos que circulan en Es de cuica sugiere que en este espacio se subraya en tono liviano e irónico las peculiaridades que constituyen índices de clase, entre las que destacan las de índole lingüística. Así lo sugiere un meme publicado el 31 de mayo de 2016 que dice “#Esdecuica hablar spanglish, if you know what I mean”. En él se saca a relucir el conocimiento del spanglish (entendido una hibridación lingüística que combina elementos del español y del inglés) como índice de autenticidad de pertenencia a una clase acomodada. El gran número de comentarios (más de 800 en julio de 2019), “me gusta” (más de 5 mil) y reposteos (unos 1.100) resulta demostrativo de la actitud general que la comunidad y sus seguidores tienen sobre este asunto: lo sienten como algo revelador (y un tanto risible) de una praxis cultural.

En este sentido, es destacable el hecho de cómo se articula una identidad de clase social distintiva a partir del concepto “spanglish”, sobre todo considerando que la norma panhispánica más purista deplora dicha hibridación. Ello se demues-tra en el artículo del diario chileno El Mercurio “La pegajosa moda de hablar y vender con anglicismos” (5 de agosto de 2012) donde diversas autoridades idiomáticas (lingüistas y académicos de la lengua de Chile y de España, entre ellos) ex-presan su preocupación por el “excesivo” uso del inglés, especialmente cuando hay una “mezcla” con el español. Jactarse de la hibridación implicada en el concepto spanglish entonces debería encender todas las alarmas entre quienes custo-dian las costumbres de la élite. ¿Por qué la clase dirigente de Chile aquí parece hacer oídos sordos a la reglamentación lingüística?

En el contexto chileno la habilidad de hablar lenguas internacionales de origen europeo —y en particular el inglés— se reconoce como un rasgo atribuible a la clase alta del país. Esto ocurre no solo porque parte importante de la élite ha podi-do viajar y formarse en Europa, Norteamérica y Asia, sino también porque por generaciones muchos de ellos han asistido a escuelas y colegios bilingües (Menard-Warwick, 2012; Matear, 2008). En consecuencia, la cuica al declarar que “habla spanglish” no promueve la hibridación de formas lingüísticas, sino que anuncia públicamente que el inglés es parte de su repertorio cotidiano y que puede alternar entre dos idiomas con fluidez de un modo que personas de otras clases sociales no serían capaces. Este sentido de spanglish, entonces, se contrapone al valor descrito en los orígenes del término, como una forma de lengua marginal, propia de grupos subalternos en Estados Unidos (Otheguy y Stern, 2010). Se observa en-tonces una ideología de orgullo de clase donde no se celebra la mezcla de las lenguas, sino la capacidad de distinguirse mediante un código en general vedado a la mayoría de la población.

Otro caso revelador corresponde al 10 de mayo de 2017 donde en Es de cuica se anunció que está “prohibido decirle ‘mami’ a la mamá”. El documento (con 1.900 “me gusta”) fue ampliamente compartido y hacia julio de 2019 acumulaba