doxa.comunicación | 29, pp. 197-212 | 199

julio-diciembre de 2019

Jesús Miguel Flores Vivar

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

El articulo analiza algunos tipos de Inteligencia Artificial –como los bots–, diseñados y creados con el propósito de ayudar a las organizaciones de noticias en la verificación de la información y contribuir a que los lectores que reciben información, lo hagan de una manera totalmente confiada y creíble y sirva para la formación de sus opiniones y toma de decisiones económicas, políticas y sociales. El objetivo es presentar una discusión y aproximación teórica sobre el uso de los bots inteligentes que permitirán crear una barrera contra la expansión de las noticias falsas y desinformación.

Este trabajo forma parte de los resultados parciales del proyecto de investigación “Ecología de medios y Tecnologías emer-gentes: Cibercultura, Interdisciplinariedad e Investigación Aplicada. Estudio e Innovación de Modelos Informativos Mul-timedia y Digitales”, financiada por el Santander Universidades y la Universidad Complutense de Madrid (Referencia: PR75/18-21619)

2. Modelos informativos emergentes basados en algoritmos e inteligencia artificial

¿Cuál es la razón que hace que tengamos que creer las noticias falsas que se propagan, sobre todo, a través de las redes sociales? Según un informe de Naciones Unidas, las redes sociales han sido, también, en sentido literal, un arma enorme-mente mortífera en Sudan del Sur debido a las publicaciones basura. Autores misteriosos inundan hilos de contenido de las redes sociales con extravagantes denuncias de fechorías y mala praxis –variaciones de los libelos de sangre–, supues-tamente perpetrados por el grupo contra el que se dirigen las publicaciones. Un ejemplo de ello, pueden ser los memes que –por ejemplo buscan incitar al genocidio– suelen denunciar que se ha cometido algún acto espantoso contra niños (Lanier, 2018: 132-133).

Para Small y Vorgan (2009: 18), el cerebro de la “generación joven –en su mayoría, usuarios de redes sociales– está concen-trado de forma digital desde la infancia, muchas veces a expensas del cableado neuronal que controla la destreza de las personas de realizar una cosa después de otra”. En este contexto, de acuerdo con las teorías del proceso dual,

“la mente pone en marcha dos procesos mientras lee o recibe información, uno automático y superficial, y otro que requiere esfuerzo y concentración, que se utiliza para tomar decisiones que resulten estratégicas. En circunstancias de uso del proceso superficial, el cerebro juzga automáticamente la veracidad de la información sobre criterios como lo íntimo o familiar que es para las personas o lo fácil que es de comprender. Por ello, la información cuanto más fluidamente es procesada, más familiar puede resultar y más se tiende a tomarla por verdadera” (Small y Vorgan, 2009: 18).

Esta fluidez con la que asumimos determinada información conlleva a menudo un efecto colateral, que hace que la correc-ción o refutación de la información falsa nos lleve a creer aún con más fuerza la mentira. Un ejemplo de ello es que todavía existe entre un 20% y un 30% de los estadounidenses que sigue creyendo que Irak escondía armas de destrucción masiva, aunque la invasión del país y posterior guerra en 2003 demostró lo contrario. Otro ejemplo se tiene con las afirmaciones del presidente Donald Trump cuando afirma que los medios prestigiosos como The New York Times, Washington Post o CNN, sólo dan Fake news. Y sus seguidores creen a pie juntillas lo que su líder afirma. De acuerdo a la naturaleza humana y dado el condicionante psicológico de los seres humanos, la ingente cantidad de información que circula por las redes y el hecho demostrado que los rumores o bulos se difunden mucho más rápido que las noticias reales, resulta muy difícil poner una barrera al creciente fenómeno de las noticias falsas.