198 | 29, pp. 197-212 | doxa.comunicación

julio-diciembre de 2019

Inteligencia artificial y periodismo: diluyendo el impacto de la desinformación y las noticias falsas a través de los bots

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

1. Introducción

La desinformación y las noticias falsas que se difunden a través de Internet son una cuestión que preocupa, y mucho, a países, organizaciones y empresas informativas. Las preguntas que subyacen, son: ¿Qué es verdad y qué es mentira en la Red? ¿Cómo luchar contra las noticias falsas y la difusión de bulos? ¿Cómo detectar las Fake News?

Partimos del innegable principio de que todo ciudadano tiene derecho a recibir información de calidad por lo que los me-dios periodísticos deben velar por que sus informaciones sean veraces. Este es un principio que debe acompañar no solo a las organizaciones de noticias, sino, también, a los profesionales de la información que, individual o colectivamente, se dedican a la creación y difusión de noticias. Sin embargo, en los últimos años, las informaciones a las que acceden los ciu-dadanos no siempre son veraces. De hecho, diversos estudios demuestran que el acceso a las noticias falsas (información no verificada) es mayor que a las noticias contrastadas o verificadas.

Aunque la propagación de noticias falsas ha venido dándose por personas, en la actualidad, existen otros elementos y formas de difusión que se dan a través de los medios sociales, internet y telefonía móvil, a los que se suma el uso de la inteligencia artificial, en forma de bots, todo lo cual genera una difusión de “fakes news” y desinformación a escala global. Pero, es, precisamente, la inteligencia artificial (IA) la que, por otro lado, puede ayudar a los ciudadanos a contrarrestar la desinformación que producen las noticias no verificadas. La estrategia se basa en atacar con las mismas armas. Es decir, de la misma forma como las noticias falsas (fake news) o bulos son difundidos por una forma de inteligencia artificial, como los bots (acrónimo de robots) a través de los diversos medios digitales con fines ilícitos y nocivos, en contrapartida, son los propios desarrollos algorítmicos de “bots buenos” los que nos ayudaran a contrarrestar dichas noticias falsas.

Para varios analistas las ‘fake news’ destruyen imágenes de políticos, periodistas, etc., e, incluso, asesinan. Para esto último valgan los bulos enviados a través de WhatsApp que provocaron en la India un estado de psicosis con decenas de ejecucio-nes de gente inocente. Según la consultora Gartner (2017) en 2022, el público occidental consumirá más noticias falsas que verdaderas. Y es que cualquier noticia falsa circula por la Web a una velocidad infinitamente superior a la de cualquier ru-mor o bulo propagado en la Historia. Cada vez son más los expertos que coinciden en señalar que las noticias falsas tienen más de un setenta por ciento de probabilidades de ser viralizadas –replicadas– que las noticias verdaderas y, estas noticias (verdaderas) tienen que ser hasta seis veces más largas que las falsas para poder alcanzar sólo a 1.500 personas.

Este fenómeno viral tiene su origen en las tecnologías emergentes disruptivas y es allí donde también podemos encontrar su cura. Concretamente, en las innovaciones que se vienen dando en materia de Inteligencia Artificial. Según los especia-listas, la inteligencia artificial es una rama de la informática que nace en 1956, en Dartmouth (EE.UU.). Su definición abarca una máquina que se comporte como un ser humano hasta el aprendizaje automático a través de software y algoritmos que crean los bots. La estrategia se basa en iniciativas como el desarrollo y creación de “bots buenos” y algoritmos diseñados en la verificación de la información. Para ello, la IA tendría capacidad para leer el caos informacional (infoxicación) que existe en Internet y confirmar las noticias más dudosas, advirtiendo a los usuarios (lectores) cuáles de ellas pertenecen a la polémica categoría de “fake news”. El hándicap es que muchas de las iniciativas de inteligencia artificial para contrarrestar las fakes aún están en fase experimental.