182 | 28, pp. 179-199 | doxa.comunicación

enero-junio de 2019

La convergencia mediática, los riesgos y el daño online que encuentran los menores

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

miento de los espacios offline a los online implica que las fronteras de espacio y tiempo van perdiendo su sentido: no se puede abandonar un espacio y suponer que el bullying terminará; de hecho, el bullying es más susceptible de ocurrir tam-bién tras la escuela, en diversas plataformas (Kernaghan & Elwood, 2013). Además, comparadas con las formas de bullying cara a cara, las fronteras entre los roles de víctima, agresor y espectadores son más difíciles de trazar en el bullying online (Lampert & Donoso, 2012).

2.2. Mensajes sexuales

Los menores están utilizando internet y los teléfonos móviles como parte de sus interacciones y exploraciones sexuales (Lenhart, 2009; Livingstone et al., 2011). Esta práctica ha sido denominada sexting(a partir de las palabras sex y texting), y ha sido definida de diversas maneras. Una aproximación restringe el sexting al intercambio de imágenes por medio del teléfono móvil. Lenhart define sexting como “crear, compartir y difundir imágenes de desnudos o semidesnudos sexual-mente sugerente” de mismo o de alguien a quien se conoce, a través del móvil (2009, p. 2), excluyendo por tanto textos sexualmente insinuantes así como el resto de las plataformas de comunicación. La encuesta EU Kids Online, por el con-trario, adoptó una noción del sexting más inclusiva, que tiene en cuenta las imágenes y los textos, y considera todo tipo de comunicación online más allá del uso de los teléfonos móviles (Livingstone et al., 2011).

El estudio Pew Internet Study (Lenhart, 2009) identifica tres supuestos básicos de sexting, cuando el intercambio de imáge-nes sexuales ocurre: (a) como parte de la experimentación adolescente con la identidad sexual y la intimidad, aunque sus protagonistas no sean todavía sexualmente activos; (b) entre dos compañeros, como parte de una relación sexual; c) como el prólogo de una actividad sexual, entre dos personas que aún no tienen una relación, de las cuales al menos una que-rría tenerla. De hecho, la mayoría del sexting puede ser contextualizado dentro de una relación de pares, como forma de “moneda de cambio” en la relación (Lenhart, 2009, p. 8). Sin embargo, las especificidades tecnológicas y la disponibilidad social de las TIC puede amplificar las fronteras, significados y audiencias del sexting: imágenes y textos intercambiados en el contexto de relaciones románticas, mediante mensajería instantánea (WhatsApp, Snapchat, etc.) o redes sociales pueden ser fácilmente distribuidas, publicadas en más espacios online y por tanto ser compartidas con audiencias más amplias. Por tanto, los mensajes sexuales pueden tener consecuencias no intencionadas y pueden convertirse en experiencias des-agradables o problemáticas para algunos menores. La investigación precedente sostiene que el intercambio de imágenes, mensajes o invitaciones sexualmente explícitos está ligado al hostigamiento y el bullying, y por tanto conduce a una forma de ciberbullying sexual” (Kofoed & Ringrose, 2012; Ringrose, Gill, Livingstone, & Harvey, 2012).

2.3. Contacto con personas desconocidas

Una de las mayores fuentes de ansiedad en relación con las comunicaciones online de los jóvenes se refiere a lo que en inglés se define como stranger danger, esto es, la idea de que la gente joven puede conocer a alguien a través de internet, ser persuadida para contactar offline y terminar siendo víctima de abusos en ese encuentro cara a cara. De hecho, investigaciones precedentes han sugerido que “conocer extraños” puede abarcar diversas circunstancias y experiencias, que no pueden ser asumidas como universalmente problemáticas (Barbovschi, Marinescu, Velicu, Anca & Laszlo, 2012; Ito et al., 2009); al mismo tiempo, estudios