132 | 30, pp. 127-143 | doxa.comunicación

enero-junio de 2020

Una tipología de espectadores teatrales en función de la influencia de diversos prescriptores y el uso...

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

La creciente importancia de las nuevas tecnologías en el consumo cultural está motivando una redefinición de los públi-cos de las artes escénicas y un mayor interés por las propuestas innovadoras. Por ello, la tendencia a la innovación se ha convertido, en los últimos años, en otra de las variables que más en cuenta se ha tenido. A este respecto, Sellas y Colomer (2009) han distinguido entre públicos de tendencia clásica −aficionados a lenguajes y formatos escénicos consolidados porque les proporcionan la seguridad de poderlos descodificar y disfrutar−; públicos de nuevas tendencias −aficionados a propuestas que parten de lenguajes y formatos consolidados aunque buscan cierto grado de innovación en incremento sin cambiar de código interpretativo−; y públicos con tendencia experimental −públicos que buscan propuestas que con-tengan estéticas y formatos emergentes y signifiquen una ruptura con los patrones dominantes−. Kotler y Scheff (1997), por otro lado, han distinguido cinco categorías en función del tiempo que precisan las personas para adoptar las inno-vaciones. Esto les lleva a plantear los siguientes perfiles: los innovadores, dispuestos a probar nuevas ideas y a asumir riesgos; los seguidores primerizos, líderes de opinión en sus comunidades ya que adoptan nuevas ideas de forma rápida; las personas prudentes, que adoptan las nuevas ideas antes que la mayoría pero sin ser líderes de opinión; los escépticos, que adoptan una innovación solamente después de que una mayoría la haya probado; y, finalmente, aquella parte de la población que vive sujeta a lo tradicional y que solamente adoptan una innovación cuando esta se convierte en tradición.

Pero más allá de los aspectos en que se basan los estudios mencionados, la presente investigación ha puesto su atención en la influencia de la comunicación cultural en la asistencia al teatro, ya que, como afirma Cantón, la capacidad de los medios de comunicación para promover o frenar el consumo cultural a través de prescriptores como las críticas, pone de manifiesto que la comunicación y la información cultural son “uno de los más influyentes cauces de conexión entre el arte y la sociedad” (Cantón, 2004). Más concretamente, en aspectos como la imagen y notoriedad adquirida por una obra de teatro en los medios de comunicación, el conocimiento de los actores y el director de la obra, la información que se proporciona de la misma a través de reportajes y comentarios, y el impacto de las críticas y reseñas de representaciones teatrales que se publican en los medios de comunicación.

Un trabajo que ha abordado –aunque muy tangencialmente– estos aspectos es el de Sellas y Colomer (2009), quienes dis-tinguen tres tipos de públicos. En primer lugar, se refieren a un público con actitud proactiva, esto es, que participa en el hecho escénico a partir de un impulso que se origina en su sistema personal de valores. En segundo lugar, se refieren a un público con actitud reactiva. En este caso se trata de personas que asisten al teatro como respuesta a un estímulo exterior, a la recomendación de un amigo o a la influencia de los medios de comunicación. En tercer lugar, mencionan un público con actitud inactiva, es decir, que tiene interés pero que nunca ha asistido al teatro a causa de factores que bloquean la asistencia. En el primer caso se trataría de un consumo motivado por las preferencias personales de los espectadores (Colomer, 2013: 64; Sellas y Colomer, 2009), mientras que el segundo estaría condicionado por los valores de los grupos dominantes que ejercen el poder formal y económico a través de la publicidad, los estereotipos y la presión social (Colo-mer, 2013: 64). De hecho y en relación a este último aspecto, Colbert y d’Astous (2003) han construido una tipología para el ámbito cinematográfico en la que sostienen que el grado de consulta de las críticas depende de cuatro variables: el conocimiento cinematográfico, la autoestima del espectador, la sensibilidad a la presión social y el grado de implicación cultural. Su estudio concluía que las personas que más acuden al cine muestran menor influencia a las críticas, mientras que los que acuden menos son más propensos a reforzar sus decisiones con la búsqueda de información y la consulta de