doxa.comunicación | 30, pp. 127-143 | 131

enero-junio de 2020

Teresa Logroño Tormo y Ramón Llopis Goig

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

intelectual; y los que buscan hedonismo social, que ven en el teatro como un modo de expresión cultural que les permite comunicarse con creadores, autores y actores.

En otro orden, Watson (1971) construyó una tipología de espectadores a partir del nivel de su implicación y compromiso y definió seis perfiles de espectadores derivados de la intersección entre el valor y la actitud hacia las artes. En relación con la valoración de las artes, Mayaux (1987) segmentó los públicos en intelectuales –que comprenden la cultura como una realidad social, tienen un capital cultural elevado y un nivel económico medio–; los burgueses –que consideran la cultura como tradición y tienen un capital cultural y económico elevado–; y los aspirantes –que entienden la cultura como diferenciación de clase y tienen un capital cultural y económico medio–.

Diversos han sido también los estudios que han analizado el consumo cultural desde la perspectiva de los beneficios buscados. Haley (1968) y Colbert y Cuadrado (2003) coinciden en considerar esta variable como una de las más determi-nantes en el proceso de toma de decisiones. De esta manera, un consumidor puede perseguir beneficios como goce inte-lectual, entretenimiento, integración social o aprendizaje, entre otros. Kelly (1987) concretó dos grupos de consumidores en el sector de las artes a partir de esta variable: los asistentes tradicionales, que han adquirido un gusto culturalmente definido a través de la socialización y la educación recibida; y los tecnológicos, que han recibido menos educación orien-tada a disfrutar la alta cultura y se muestran interesados por el consumo cultural porque buscan obtener cierto estatus y diferenciación de clase. Con posterioridad, Cuadrado (1998) agrupaba los beneficios buscados por la audiencia de acti-vidades culturales en tres grupos: formativos, sociales y de disfrute. Los primeros se refieren a la búsqueda de fines edu-cativos y valores de enriquecimiento personal. Los segundos están relacionados con la obtención de prestigio y relación social y los terceros se corresponden con la consecución de entretenimiento, diversión, placer y relajación.

En estudios posteriores, este último autor ha desarrollado otra tipología basada también en los beneficios buscados (Cua-drado, 2000; Cuadrado y Berenguer, 2002) que le ha permitido clasificar a los espectadores en: aspirantes, aquellos que consideran las actividades de naturaleza escénica principalmente como un modo de entretenimiento personal y aprendi-zaje –no con fines de relación social–; aficionados, aquellos que muestran una práctica más consolidada con mayor asis-tencia a conciertos de música clásica, ópera y ballet; entusiastas, aquellos que le otorgan mayor valoración a los diferentes beneficios buscados como la búsqueda de entretenimiento, el desarrollo intelectual y la existencia de una cartelera cono-cida; e indiferentes, aquellos que muestran apatía respecto a las artes escénicas y buscan únicamente entretenimiento. Los aficionados se muestran interesados por espectáculos escénicos relacionados con sus obras y artistas preferidos por lo que frecuentan principalmente espacios musicales y teatrales de programación conocida, mientras que los entusiastas acuden en mayor medida a entidades musicales y los indiferentes suelen asistir a entidades con programación de renom-bre. Bourdieu (2010) ya apuntó que los diferentes tipos de teatro acogen a públicos muy diferentes y diferenció entre el teatro comercial –con presencia de un público perteneciente a la clase dominante– y el teatro no comercial –al que acu-den los denominados por el autor como intelectuales–. Por su parte, Colbert (2007) mostró que el teatro clásico y la músi-ca clásica generan un sentimiento de relajación; las comedias musicales y la música popular producen entretenimiento; la danza clásica y folclórica resultan estimulantes; y la ópera, el teatro experimental y la danza moderna contribuyen a aumentar el nivel cultural de los espectadores.