130 | 30, pp. 127-143 | doxa.comunicación

enero-junio de 2020

Una tipología de espectadores teatrales en función de la influencia de diversos prescriptores y el uso...

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

preciso distinguir entre el espectador real, que acude cada tarde o cada noche a la sala de teatro, de ese otro espectador implícito (teórico) que el autor imagina en el momento de preparar su texto y tal vez nunca se haga real”. El espectador implícito podría considerarse equivalente al espectador potencial. En este sentido, Berenguer y Cuadrado (2003) apuntan a la necesidad de considerar no solo a los consumidores presentes o asistentes a una actividad cultural sino también a los consumidores pasados y a los potenciales. De cualquier forma, resulta evidente que los públicos escénicos no son un conjunto homogéneo.

Los estudios de segmentación de los públicos escénicos se han basado principalmente en el estudio de los rasgos socio-demográficos, los estilos de vida, los valores culturales y los beneficios buscados, así como en los obstáculos que inhiben la asistencia al teatro. Por lo que se refiere a las variables sociodemográficas, Sellas y Colomer (2009) proponen clasificar a los espectadores según el nivel de estudios, el estilo de vida y la frecuencia con la que asisten a espectáculos teatrales.

La frecuencia de asistencia también ha sido el criterio de clasificación en numerosos estudios. Ateca-Amestoy (2008) distingue a los no asistentes y diferencia entre aquellos que no acuden nunca al teatro y aquellos que, a pesar de que no asisten, podrían estar interesados en asistir pero se encuentran con restricciones como el nivel de ingresos, el estado civil o el nivel educativo. Por su parte, López Sintas y García Álvarez (2002) segmentan a la audiencia en cuatro tipos diferen-ciados según el consumo y la frecuencia con la que asisten a representaciones de artes escénicas: los esporádicos, que muestran un patrón de bajo consumo ya que solo acuden de forma muy puntual, tanto si son productos más populares o más elitistas; los populares, que revelan una alta probabilidad de asistencia a espectáculos populares pero se mantie-nen ajenos a las artes escénicas y musicales cultas; los esnobs, que muestran una cierta probabilidad de asistencia, pero con pautas contrarias a los consumidores populares, ya que asisten únicamente a eventos de alta cultura como música clásica, ópera, zarzuela y danza; y los omnívoros, que como han propuesto algunos investigadores son aquellos que po-seen un apetito insaciable por el consumo de diferentes géneros culturales (Ariño, 2010). Por su parte, Colomer (2013) clasifica los públicos de las artes escénicas según el estadio de consumo en que se encuentran y distingue entre públicos con demanda inexistente, públicos con demanda latente, públicos primerizos, públicos ocasionales, públicos regulares y amigos o socios.

Otras investigaciones ponen el foco en la parte intangible asociada a los productos culturales y proporcionan una relación de motivos de asistencia a las artes agrupándolos en función de las diferentes necesidades de los espectadores. Así, los consumidores pueden acudir por necesidades básicas –combatir el aburrimiento, búsqueda de nuevas experiencias–, necesidades sociales –entretenimiento, relación social–, necesidades personales –formación, enriquecimiento–, necesi-dades emocionales –relajación, escape– e ideales –estética, trascendencia–. En ese sentido, Wright (1962) dividió al pú-blico en tres grupos: los escapistas, que acuden al teatro para olvidar sus responsabilidades y problemas cotidianos; los moralistas, aquellos que exigen al teatro que enseñe una lección; y los partidarios del arte por el arte, grupo constituido por los aficionados que desprecian los éxitos de taquilla y desestiman el teatro popular. Por su parte, Bergadàa y Nyeck (1995) delimitaron cuatro grupos de espectadores partiendo de esta misma variable: los que buscan entretenimiento y encuentran en el teatro una forma de descanso, un olvido de lo cotidiano y un aporte de placer; los que buscan diferen-ciación social y consideran el teatro como una experiencia artística solamente accesible a una élite social con ciertos conocimientos; los que buscan desarrollo personal y pretenden que el teatro les aporte enriquecimiento y estimulación