152 | 30, pp. 145-163 | doxa.comunicación

enero-junio de 2020

Comunicación intersubjetiva: de los enfoques clásicos a la incorporación de lo corporal y emocional...

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

en su cuerpo, es decir, como un ser semejante al mío, que actúa de manera semejante a como actúo y que piensa de ma-nera semejante a la manera en que pienso” (Xirau, 2002: 436-437).

Los otros con los que nos relacionamos son, antes que nada, cuerpos cargados de sentido. Y aquí, entonces, adquiere sen-tido pensar que “la sociedad es, ante todo y por encima de todo, una actividad corporal” (Collins, 2009: 56). En cualquier situación de comunicación cara a cara asignamos sentidos al cuerpo, al propio y al ajeno. Y a la vez, el cuerpo produce sentidos sobre el entorno, sobre lo social. El sujeto-cuerpo, como diría el fenomenólogo francés Maurice Merleau-Ponty, es un cuerpo situado, construido histórica, social y culturalmente.

Los cuerpos ejercen sobre los sujetos una enorme potencia significativa. Desde los cuerpos los seres humanos dotan de significado a sus entornos, a los otros seres humanos, al espacio y al tiempo. Por tanto, no es posible comprendernos a nosotros mismos como cuerpos si no es a partir del despliegue significativo y comunicativo que desde nuestro esquema corporal emitimos hacia los otros. Y del mismo modo, no podemos comprender a nuestras sociedades si no es a través de lo que sobre ellas comunican los cuerpos de quienes las habitan, pues el cuerpo es un donador de sentido que recibe y simultáneamente comunica sentidos. Por ello decimos que el cuerpo es nuestro principal vehículo de comunicación con el mundo.

3.1. Miradas sociológicas y filosóficas sobre el cuerpo y la corporalidad

El abordaje del cuerpo y la corporalidad requiere, necesariamente, de aproximaciones interdisciplinarias. Este apartado presenta algunas miradas sociológicas y filosóficas. En el marco de la sociología, hay consenso en torno a la necesidad de articular miradas microsociales y macrosociales en el abordaje del cuerpo. A continuación, se exponen brevemen-te los aportes microsociales-interaccionistas de Goffman y macrosociales-estructuralistas de Bourdieu al cuerpo y la corporalidad.

Para Erving Goffman, las personas en su corporalidad son actores que actúan en un escenario teatral, que no es otro que la vida cotidiana. En estas actuaciones, los cuerpos son portadores de sentidos y significados. Nos presentamos ante otros por medio del cuerpo, y estas apariencias externas adquieren una importancia cabal por el significado social que les ha sido atribuido. Esta presentación ante los demás se da por medio de señales, sobre todo no verbales, que Goffman deno-mina ‘glosa corporal’. Esta glosa corporal refiere, a decir del autor, al “proceso mediante el cual una persona utiliza cla-ramente, los gestos corporales para que se puedan deducir otros aspectos, no apreciables de otro modo de su situación” (Goffman, 1979: 30). Las glosas, entonces, se erigen como facilitadoras de las interpretaciones que cada sujeto quiere proyectar al otro (Sabido, 2013).

Según Goffman, “las personas en interacción definen la situación, ya que con sus cuerpos y sus gestos proporcionan cierta información y significan aquella que otorgan los demás, así como ponen en juego la que ya poseen” (Goffman, 1997: 13). Por tanto, el cuerpo es el receptáculo de las relaciones entre la cultura y la personalidad, entre el entorno y el sujeto, pues los gestos corporales son una manifestación de la cultura y pueden ser analizados sociológicamente, como son analizadas las instituciones y los hechos sociales. Las conductas corporales se estandarizan y generan obligatoriedad y asimilación en el contexto cultural en el que han sido construidas y donde se despliegan.