doxa.comunicación | 30, pp. 145-163 | 153

enero-junio de 2020

Marta Rizo García

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

La última idea del párrafo anterior conecta con los aportes del sociólogo francés Pierre Bourdieu, para quien los procesos de socialización moldean al cuerpo, lo disponen a actuar de una u otra forma. Así, la actuación del cuerpo está siempre determinada por la sociedad que lo cobija. El cuerpo no es, entonces, algo individual ni perteneciente únicamente al or-den de lo subjetivo, sino que en la mirada bourdieana aparece vinculado de forma interdependiente con lógicas sociales más complejas y estructurales. Las formas de percibir, sentir, hacer y pensar –lo que Bourdieu denomina habitusson incorporadas, hechas cuerpo por y en los sujetos, dependiendo de sus condiciones sociales e individuales.

Pensar el cuerpo desde Bourdieu implica “considerar al cuerpo como algo más que un objeto separado de una conciencia que piensa, sino como productor de un tipo particular de Sentido, un Sentido práctico” (Sabido, 2013: 39). Si la propuesta goffmaniana nos acerca a los cuerpos en interacción, que proyectan y reciben significados, la perspectiva de Bourdieu nos permite concebir a los cuerpos mayormente como productores de sentido en mismos. Los hábitos corporales no son individuales, sino que están siempre relacionados con las sociedades en las que vivimos, sociedades que, como ya dijimos, moldean –y en cierto modo determinan– los usos de los cuerpos. Lo que hacemos con el cuerpo está orientado por lo que Bourdieu denomina razón práctica. En este sentido, el cuerpo produce un sentido práctico que hace posible que lo que hacemos con él cuenta de la sociedad en la que vivimos, de sus jerarquías, diferencias y categorizaciones.

Para Olga Sabido, la lectura sobre el cuerpo que plantea Pierre Bourdieu puede denominarse como “orden de las dis-posiciones”. La autora lo sintetiza de la siguiente forma: “visibiliza al cuerpo no por el significado que se atibuye a su superficie, […] sino por las lógicas sociales inscritas en su constitución y sentir específico” (Sabido, 2013: 38). El cuerpo nos permite observar lo social; nuestras condiciones, tanto sociales como individuales, determinan los modos en que aprendemos a llevar, sentir y usar el cuerpo.

Bourdieu, al respecto, afirma lo siguiente: “Aprendemos por el cuerpo. El orden social se inscribe en los cuerpos a través de esta confrontación permanente, más o menos dramática, pero que siempre otorga un lugar destacado a la afectividad y, más precisamente, a las transacciones afectivas con el entorno social” (Bourdieu, 1999: 186). Dicho de otro modo, los habitus operan en las prácticas de los agentes, y dichas prácticas están estrechamente ligadas a sus cuerpos. De ahí que el cuerpo no solo tiene una naturaleza biológica, sino que es social y simbólico, y según la mirada bourdieana, implica la in-corporación de habitus, hexis corporales y capitales simbólicos que reproducen la lógica social de la que el sujeto es parte.

Por sus aportes a la intersubjetividad y su relación –más o menos explícita– con el cuerpo, recuperamos a continuación las propuestas de dos filósofos de corte fenomenológico: Maurice Merleau-Ponty y Alfred Schütz. Aunque quizás solo en el caso del primero el cuerpo constituye un eje central de su pensamiento, también Schütz abona a los estudios del cuerpo y, en última instancia, permite un diálogo fructífero entre la comunicación, la intersubjetividad y el cuerpo.

Para Merleau-Ponty, es necesario considerar el problema del cuerpo como problema verdaderamente humano sin el cual es imposible pensar a la persona. Lo anteiror lo explica a partir de una de sus ideas centrales, que no es otra que la que afirma que toda conciencia es una experiencia corporal: “ser una conciencia o, más bien, ser una experiencia es comuni-car interiormente con el mundo, el cuerpo y los demás, ser con ellos en vez de ser al lado de ellos” (Merleau-Ponty, 1993: 114). El autor plantea que la conciencia y la percepción no pueden comprenderse sin el cuerpo, y viceversa, y desarrolla el concepto de sujeto-cuerpo como una alternativa al pensamiento cartesiano y con el cual pretende demostrar que los