doxa.comunicación | 30, pp. 145-163 | 149

enero-junio de 2020

Marta Rizo García

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

emociones en las reflexiones sobre la comunicación puede, si no anular las diferencias, generar un acercamiento entre lo que comprendemos como comunicación interpersonal y lo que comprendemos como comunicación intersubjetiva.

De este modo, si hace unos años se defendía que la comunicación interpersonal, a diferencia de la intersubjetiva, tenía un carácter más senso-corporal y se asociaba casi exclusivamente con la vivencia, con la experiencia y, en mucha menor medida, con el intercambio de ideas y conceptos o con la información misma que se intercambiaba, en estas páginas la propuesta va encaminada a superar esta distinción y plantear que la comunicación intersubjetiva puede ser también comprendida a partir de elementos sensoriales y corporales, y no únicamente racionales.

2.1. Enfoques teóricos y conceptos para su estudio

Antes de destacar los aportes de cada una de las tres corrientes teóricas que recuperamos en este texto, es importante recordar brevemente los supuestos o ideas centrales de cada una. En primer lugar, el término Interaccionismo Simbólico fue acuñado, como ya se dijo, por Herbert Blumer en 1938. El autor propuso las tres premisas básicas de este enfoque: 1) Las personas actúan sobre los objetos de su mundo e interactúan con otras personas a partir de los significados que los objetos y las personas tienen para ellas, es decir, a partir de símbolos; 2) Estos significados son producto de la interacción social, fundamental para la constitución de los individuos y para la producción social de sentido; y 3) Las personas selec-cionan, organizan, reproducen y transforman los significados en los procesos interpretativos en función de sus expecta-tivas –sobre mismos y sobre los otros– y de los propósitos de la interacción (Blumer, 1969).

Por su parte, la Sociología Fenomenológica de Alfred Schütz, que es la que aquí se retoma, se inspira en la tradición de la fenomenología, cuyo problema básico en la cuestión de la sociabilidad como forma superior de intersubjetividad. Schütz se planteó una interrogante básica: ¿dónde y cómo se forman los significados de la acción social? En su propuesta, el én-fasis no se encuentra ni en el sistema social ni en las relaciones funcionales que se dan en la vida en sociedad, sino en la interpretación de los significados del mundo (lebenswelt) y las acciones e interacciones de los sujetos sociales. Del mundo conocido y de las experiencias intersubjetivas compartidas por los sujetos, se obtienen las señales, las indicaciones para interpretar la diversidad de símbolos. El enfoque de Schütz parte de la necesidad de analizar las relaciones intersubjetivas a partir de las redes de interacción social (Schütz, 1962). Como afirma Schütz,

al vivir en el mundo, vivimos con otros y para otros, y orientamos nuestras vidas hacia ellos. Al vivenciarlos como otros, como contemporáneos y congéneres, como predecesores y sucesores, al unirnos con ellos en la actividad y el trabajo común, influyendo sobre ellos y recibiendo a nuestra vez su influencia, al hacer todas estas cosas, comprendemos la conducta de los otros y suponemos que ellos comprenden la nuestra (Schütz, 1962: 39).

Así, para la sociología fenomenológica, estar en el mundo significa comunicarse con otros, interactuar con otros. Todo sujeto se comunica para constituirse como tal, y todo acto de comunicación implica una puesta en acción de actos mani-fiestos en el mundo externo que los otros deben interpretar y comprender.

Por último, la Teoría de la Acción Comunicativa propuesta por Jürgen Habermas formula “una teoría de la argumenta-ción, una teoría social y del espacio público que, desde el enfoque del giro lingüístico, ha hecho posible la formulación del reconocimiento intersubjetivo a través de pretensiones de validez universales” (Fernández, Millán y Rizo, 2017: 140).