doxa.comunicación | 28, pp. 111-131 | 113

enero-junio de 2019

Fernando Suárez-Carballo

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

La desnudez del código HTML mediante la limitación –incluso ausencia, en ocasiones– de las hojas de estilo en casca-da (CSS). La aspiración por mantener “los materiales básicos (en este caso el código) de la manera más pura posible, con la intención de no ‘adornar’ o ‘embellecer’ el resultado final” (Casado, 2016, párr. 12) es una de las similitudes más evidentes con su equivalente arquitectónico; comparte, por tanto, esa preferencia por las soluciones “sin pulir”, carac-terística de una arquitectura “honesta, no pretenciosa y anti burguesa” (Grilo, n.d., párr. 25).

El rechazo a las plantillas y las fórmulas prediseñadas. En palabras de Sánchez, “mientras algunos diseñadores seguían ciñéndose diariamente el corsé de WordPress, otros comenzaron a manifestarse contra las plantillas armados con pocas líneas de código y un HTML básico” (2016, párr. 2).

Todos estos sitios –algunos de hace años, otros construidos recientemente– y cientos más como ellos, evitan las interfaces basadas en plantillas y fáciles de usar que han sido durante mucho tiempo las prácticas habituales de la industria. En su lugar, están construidos sobre un HTML imperfecto y codificado a mano y toman sus señales de diseño de los gráficos de los años 90 (Arcement, 2016, párr. 2).

Yates (2016), en definitiva, acude a algunos adjetivos como duro, áspero, escabroso, incómodo, crudo, agresivo o incluso cí-nico para definir no solo el resultado estético de este tipo de páginas sino también su programación, que suele emplear un marcado simple y tosco, con estilos en línea, una evidente falta de optimización y, al mismo tiempo, una ausencia total de complejidad para huir de la sobrecarga informativa. Entre los ejemplos más representativos de esta escuela, el autor cita, entre muchos otros, a los populares Craigslitsts (http://craigslists.com), un sitio web de anuncios clasificados, o el aleatorio escaparate de imágenes Ffffound (http://ffffound.com), cuya actividad cesó en 2017.

Pese a que los citados rasgos son los más estrecha y específicamente vinculados al espíritu del brutalismo arquitectóni-co frente a otras corrientes similares, parece que en diseño web el término ha evolucionado hacia nuevos parámetros, atendiendo a las múltiples fuentes y referencias que abordan esta temática. Así, comienzan a asociarse a este paradigma aquellas manifestaciones que incorporan “colores rígidos, formas y diseños atrevidas e implacables, y una tipografía que a menudo es torpe y de gran tamaño” (Bate, 2017, párr. 1), propuestas que buscan alejarse de las directrices estéticas dictadas por el Material Design de Google o las Human Interface Guidelines de Apple, unos esquemas repetitivos y homogéneos que impregnan gran parte de la filosofía gráfica de la web contemporánea.

Todo apunta, por tanto, a que el brutalismo web ha ido desarrollando con el tiempo sus propios códigos y estándares pese a que, irónicamente, surgió como una reacción a la estandarización (Özdegard, 2017). De esta forma, a raíz de las claves aportadas por numerosos autores –en su mayoría diseñadores, ajenos al circuito científico– sobre este fenómeno, algunas de las nuevas líneas maestras con las que se identifica la corriente brutalista en diseño web son las siguientes:

Una absoluta libertad de confección, que se concreta en el rechazo a cualquier disposición normativa (retícula, je-rarquía, orden o simplicidad). Arcement (2016) recoge la postura de varios especialistas sobre la complejidad de es-tablecer una definición universal de brutalismo: para Pascal Deville –uno de los fundadores del término aunque no del movimiento, que, como asegura Özdegard (2017), estuvo impulsado por diseñadores gráficos de diferentes partes del mundo–, la aversión a las reglas que reivindica este estilo dificulta una definición estable. Según el autor, resulta imprescindible actualizar constantemente su acepción a partir de las claves que, de forma progresiva, se observan en esta tendencia de diseño web. En el mismo artículo, Jake Tobin (uno de sus más fieles entusiastas) explica que el