106 | 27, pp. 99-120 | doxa.comunicación

julio-diciembre de 2018

El proceso de espectacularización de la violencia en Colombia. Una herramienta en la construcción del miedo

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

El conflicto colombiano es un producto de fácil comercialización, consumo y lucro en diversos formatos, lo que coincide con la propuesta de Lipovetsky en la “Sociedad del vacío” (1985), en donde la tragedia de unos se transforma de manera masiva en entretenimiento y diversión para públicos globales. Los medios de comunicación en estos casos promueven este modelo a través de una construcción simbólica positiva que le ayude al individuo a aceptarlo: “El capitalismo artístico no solamente estetizó la economía, también los gustos y prácticas de los individuos; ayudó a promover un ideal de vida estética, un ideal estético fundado en los placeres” (Lipovetsky, 2013: en conferencia).

Esta elaboración conceptual crea una identidad estética con la que estos productos son reconocidos, seguidos y converti-dos en culto por sus consumidores, lo que, a su vez, da origen, por ejemplo, a géneros como la Narcoliteratura y la Narco-televisión, los cuales, al circular, conquistan consumidores y posicionan las “nuevas bellezas” como propuestas estéticas diferentes a los cánones establecidos.

La serialización de estas estéticas establece protocolos para la presentación de los productos mediáticos y los naturaliza en el cotidiano de los individuos; los medios de comunicación colombianos han capitalizado la curiosidad, inicialmente local hacia hechos reales en estos nuevos formatos, donde la crudeza, lo bizarro y lo decadente, apoyado en hechos reales conquistan audiencias.

Estos formatos generaron una estética de fácil reconocimiento en las audiencias latinoamericanas, la cual ha sido de-nominada como “Capitalismo gore” por la mexicana Sayak Valencia, quien afirma que los latinoamericanos, además de consumirlas, se identifican con ellas y estas ocupan un espacio en su cotidiano, lo que las convierte en parte de la cultura popular:

“Para hacer referencia a la reinterpretación dada a la economía hegemónica y global en los espacios (geográficamente) fronterizos […] el término gore [proviene] de un género cinematográfico que hace referencia a la violencia extrema y tajante […] al derramamiento de sangre explícito e injustificado (como precio a pagar por el Tercer Mundo que se aferra a seguir las lógicas del capitalismo, cada vez más exigentes)” (Valencia, 2010: 15).

Las “nuevas bellezas”, siendo producidas por los medios de comunicación y conquistando audiencias, no van a ser un hecho exclusivo de Colombia con la estética del narcotráfico; en países de América Latina como Brasil, sus medios han recurrido a la violencia en las ciudades, las favelas, la policía con abuso de poder, y la pobreza. En México, la problemática de la frontera ha influenciado, inclusive, a la industria mediática de los Estados Unidos.

La “nueva belleza”, que es la estética del narcotráfico y el conflicto armado en los medios de comunicación, ha contribuido a edificar un “aura” en torno a Colombia y a su situación, lo que está resignificando su imagen; el conflicto en Colombia y sus consecuencias son reales, pero la experiencia que la mayor parte de los individuos tiene de esta es a través de series de televisión que la narran de una manera fragmentada, la cual, a su vez, le da los elementos a la audiencia para opinar en blogs y cumplir con una exigencia social de estar informado sobre su realidad.

Lipovetsky afirma que las democracias postmodernas, cuentan con espacios donde las ideas contrarias pueden ser ex-presadas. Para este autor, hoy hay menos violencia que en otros momentos (por lo menos en Europa); lo que sí se ha incrementado es la forma sensacionalista como esta es expuesta al público: “La edad moderna estaba obsesionada con la producción y la revolución, la edad postmoderna lo está por la información y la expresión” (Lipovetsky, 1985:14).