doxa.comunicación | 27, pp. 99-120 | 105

julio-diciembre de 2018

Juan Carlos Córdoba Laguna

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

historias de este tipo, en un país que, a partir de 2016, con la firma de los acuerdos de paz y la entrada en un periodo de posconflicto, podría comenzar a cambiar la propuesta narrativa imperante hasta este punto.

La situación de violencia en Colombia ha aportado de forma sistemática material para los medios de comunicación y para el arte, lo que ejemplifica la propuesta de Lipovetsky, donde la guerra produce insumos que de una forma exitosa son mer-cantilizados y adquiridos para diversos usos, inclusive, el entretenimiento.

Lipovetsky presenta el concepto de “Capitalismo artístico” (2015), donde la cultura, el arte y la información, entre otras, ingresan y compiten en el mercado con la misma lógica con que lo hace cualquier producto en una sociedad que se abre al siglo XXI, marcada por un cambio en la forma en que los individuos se relacionan con el concepto de belleza, siendo más tolerantes, aferrados al presente y con un relativismo en sus valores; además, propone la idea de “Nuevas bellezas”, la cual implica un cambio en lo estéticamente aceptado en el escenario de la cultura de masas, donde lo bello se ofrece como una nueva experiencia, con elementos de seducción y placer:

“Lo que hay que entender es que el capitalismo artístico no produce un arte (de artistas contemporáneos), el capitalismo artístico produce otro arte, un género nuevo que no es lo mismo pero se produce para el consumo de masas y que tiene características específicas que están en el cine, la televisión, los dibujos animados, la publicidad y la música de diversión, todas esas artes destinadas al gran público, a un público universal.” (Lipovetsky, 2013, en conferencia).

El arte pierde características de independencia, de transgresión, para pasar a ser otro producto de consumo masivo ofre-cido por los medios de comunicación a individuos que determinan el uso que le darán. A este periodo, Lipovetsky lo llama “Era transestética”, en donde el arte puede estar en muchos lugares y este tiene ahora el objetivo de llenar las expectativas impuestas por el esparcimiento y la moda, entre otros:

“El capitalismo artístico ha conseguido crear un entorno estético creciente, es verdad, al mismo tiempo no deja de difundir normas de existencia de tipo estético (placer, emoción, sueño, evasión, diversión). Pero el modelo estético de existencia volcado al consumo que promueve dista mucho de ser sinónimo de vida bella, hasta tal punto es inseparable de la adicción y la impaciencia, del sometimiento a los modelos comerciales, de una relación con el tiempo y el mundo dominado por los imperativos de la rapidez, rendimiento y acumulación” (Lipovetsky y Serroy, 2015: 28).

La guerra en Colombia superó el plano de lo informativo y la visión tradicional que se tiene de manipulación de las situa-ciones, para hacerlas parecer menos graves, y convertirse en un pozo de posibilidades narrativas factibles de ser aprove-chadas con éxito en diferentes formatos mediáticos, los cuales recurren a elementos de seducción que coinciden con la base del “Capitalismo artístico” en la importancia de la imagen.

Hechos clave del conflicto colombiano han sucedido frente a las cámaras en tiempo real, característica que no necesariamente ha sido tan prolífica y detallada en otras guerras, pero que es un elemento que, según Lipovetsky, rige el actual momento, debido a que es un ingrediente esencial en la seducción y en la producción del espectáculo.

Sucesos como miembros del Ejército tomados como prisioneros y mantenidos durante años en la selva, una ama de casa a la que la guerrilla le coloca un “collar bomba”, los habitantes de un poblado que quedan en medio de un combate entre la guerrilla y los paramilitares y se refugian en una iglesia donde cae y explota un “cilindro bomba” matando a 117 personas (Semana, 2002), son acontecimientos de fácil comercialización para los medios, conscientes de que captan la atención de los espectadores al aplicar la ecuación: emotividad, exotismo y espectacularidad.