102 | 27, pp. 99-120 | doxa.comunicación

julio-diciembre de 2018

El proceso de espectacularización de la violencia en Colombia. Una herramienta en la construcción del miedo

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

“Lo que he establecido por informaciones posteriores a los hechos es que fue un intento de réplica de la toma de la Embajada de República Dominicana, una operación de propaganda armada exitosa realizada por el M-19 en 1980. Pero lo del Palacio de Justicia nunca debió haberse realizado. El análisis de la situación nacional en el momento en que se produjo fue totalmente equivocado, su planeación desastrosa y sus resultados marcaron con fuego la historia de Colombia” (Navarro, 2015: 87/88).

Con la Toma del Palacio de Justicia [1985], la posición de los medios de comunicación cambió, pareciendo aceptar que el tratamiento dado a las informaciones fue equivocado, y no volvieron a darle ventajas informativas a las corrientes po-líticas de izquierda; sin embargo, el país tuvo poco tiempo para reflexionar debido a la irrupción del narcotráfico como generador de violencia.

La construcción de la imagen del narcotráfico pasó, nuevamente, por el proceso de matriz cultural descrito por Martín Barbero (1987), en el cual la oralidad y el folklore son esenciales; aquí, la cultura popular deja de ser un concepto abstracto y se materializa en el cotidiano de los individuos que se reconocen en esta: “la cultura popular como el lugar desde el cual pensar el aquí y el ahora” (Martín Barbero, 1984, pág. 81).

Ejemplo de lo anterior son las primeras referencias del narcotráfico a través de relatos y canciones del caribe colombiano en lo que lo anecdótico de las extravagancias del naciente narcotráfico cautivará las audiencias locales; los medios de comunicación colombianos fueron discretos frente al tema, debido al grado de penetración del fenómeno en la sociedad. Esta discreción hizo que su existencia pasara casi inadvertida y que solo fuera aceptada cuando mostró su poder a través del terrorismo; pero su presencia fue una constante desde el comienzo en los barrios más pobres de diferentes ciudades, en donde los capos de estas organizaciones ayudaban a su población, creando una imagen de benefactores. Sobre la con-tradictoria imagen del narcotráfico como villano o salvador, Sánchez afirma:

“Un conjunto de hábitos que llegaron a formar […] una estructura más compleja: la institución social del narcotráfico, misma que por diferentes mecanismos de legitimación y dominación lograron posicionar a este grupo de bandidos ‘para el estado de derecho’, aunque héroes populares para la opinión pública” (Sánchez, 2009: 92).

El terrorismo, traído a las ciudades por el narcotráfico, fue una nueva forma de violencia en una Colombia acostumbrada a esta en áreas rurales. Beltrán (2006) destaca cómo el conflicto se ha desarrollado en el campo: “en gran parte de las zonas rurales del país la violencia prácticamente no cesó hasta 1972[…] la confrontación entre paramilitares y guerrilla en el escenario rural[…] uno de los principales problemas derivados de la problemática rural colombiana actual es el despla-zamiento.” (2006: 2). Son afirmaciones que muestran la afectación constante del conflicto sobre las poblaciones rurales.

El narcotráfico cambió los blancos de la violencia con el asesinato de candidatos a la presidencia, ministros, un procura-dor, periodistas, población civil, entre otros, y los métodos: carros bomba, aviones que explotaban en vuelo, explosión de edificios públicos y sedes de periódicos5, y sicarios (asesinos a sueldo), lo que trajo la espectacularidad como elemento que marcó este periodo en los medios de comunicación con imágenes con pocos comentarios, como una forma de protección, combinada con la práctica de los medios de recurrir a la autocensura para protegerse.

5 El periódico El Espectador denunció el narcotráfico y, como respuesta, el Cártel de Medellín asesinó, mediante sicarios, a su director, Fidel Cano, y con una bomba destruyó su sede. Con relación a edificios públicos, explotó la sede del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), atentado en el que murieron 70 personas.