doxa.comunicación | 27, pp. 99-120 | 113

julio-diciembre de 2018

Juan Carlos Córdoba Laguna

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

4.1. Décadas de los 40 y 50

4.1.1. Radio

En 1948, durante el Bogotazo, la Radio Nacional (Radio Difusora Nacional), fue tomada por las Milicias Revolucionarias Liberales que desinformaron al afirmar que el presidente conservador, Mariano Ospina Pérez, había sido derrocado y que la revolución había triunfado en varias ciudades del país con el apoyo de los militares; se le acusa a este medio de haber estimulado los disturbios que destruyeron parcialmente la ciudad:

“Desde las estaciones de radio, comentaristas ebrios de violencia incitaron a sus oyentes a salir a las calles a protestar por el asesinato de Gaitán. Alimentada por lo que escuchaba en la radio, la multitud llena de ira quemó la ciudad ocasionando destrozos que dejaron un saldo superior al millar de muertos ese día” (Red ética, 2018).

La cobertura sobre este hecho fue principalmente descriptiva, sin análisis, y la visión del locutor fue la que se transmitió; él, con una voz alterada, le dio importancia a los detalles, no hubo contextualización del momento ni una proyección de las implicaciones que este tendría, y aun así, no es posible determinar en el locutor, en un primer momento, una posición política determinada; al parecer, la fuerza de los hechos hizo que este se centrara en la descripción de la destrucción y de la muerte, debido a que la información que llegaba a las emisoras era alarmante, por el hecho de estar localizadas en el centro de la capital y porque los datos provenían de personas que llamaban desde sitios cercanos a los disturbios o que acudían a los estudios; debido a lo anterior, el locutor era consciente de que, en ese instante, contaba con la atención e interés de los radio-escuchas.

4.1.2. Prensa escrita

En 1948, durante el Bogotazo, mientras que en la radio las transmisiones fueron en directo, los periódicos (El Espectador y El Tiempo) tuvieron más horas; por ejemplo, El Espectador, solo circuló tres días después, con una edición de cuatro pági-nas, lo que les permitió tener un panorama más amplio de lo sucedido; aun así, el titular y la foto de la primera página de El Tiempo, de por sí es intimidante: “Bogotá está semidestruida”; el contenido del artículo de la edición es descriptivo, se cuestiona de forma reiterativa sobre el futuro arquitectónico de la ciudad y político del país.

En la información de los periódicos, al igual que en la Radio, parece en un primer momento, no existir premeditación sobre los efectos de estos mensajes en la población; a pesar de lo dramático y lo adornado en sus descripciones