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ese impulso o ese llamamiento del exterior viene dado en la mayoría de las ocasiones por recibir apoyo o una respuesta positiva, muy alejado de la deliberación que, según Martínez Nicolás (2011), es elemento clave del ideal democrático.

En un sentido más amplio, Liceras (2014) coincide con Morduchowicz (2003) al plantear que un consumo maduro y eficaz de los medios de comunicación tiene como consecuencia la socialización de los menores, aunque reconoce que los efectos no siempre son los adecuados; como ejemplo, muestra la exposición a la resolución de problemas a través de la violencia o la recepción de contenidos inadecuados en horarios infantiles. Choi (2016) sostiene, no obstante, que un consumo de noticias reflexivo conduce a una mejor comprensión de la política y, por extensión, a una base cognitiva para la participa-ción, la cual se refuerza entre aquellos individuos que tienen mayor experiencia en las redes sociales; extremo planteado también por Hargittai (2003) sobre la relación positiva generada entre el conocimiento de recursos de Internet y la eficacia en el uso del entorno digital para fines y objetivos políticos; y por Rivas et al. (2015), quienes ponen especial énfasis en la importancia del Open Data para modelar y consolidar el empoderamiento ciudadano, potenciar las capacidades sociales del individuo y para la amplitud de su auto-consciencia sobre los derechos democráticos que le amparan.

6. Consumo y difusión de la información para el desarrollo de la ciudadanía

La literatura académica encuentra una vinculación directa entre el consumo de noticias y la participación política, aunque no hay una visión clara sobre el sentido que tiene esta relación; por ello, la delimitación causa-efecto queda difuminada.

Por una parte, Yamamoto et al. (2015) observan que el interés por expresar opiniones políticas en el entorno digital ayuda a los individuos a extraer un mayor volumen de información importante y eficaz para anticiparse a generar debate, com-partiendo noticias o intercambiando diferentes puntos de vista en foros o redes sociales, que consecuentemente les lleva a prestar mucha mayor atención a las fuentes de información. Sin embargo, para autores como Gil de Zúñiga et al. (2015) el interés por buscar información y por contrastarla con segundas fuentes online se presenta como elemento predictivo de la participación política; y en la misma línea, Baker et al. (2011) concluyen que el uso entre jóvenes de 16 a 24 años del foro, chat y otras herramientas interactivas incentiva su interés por participar en política; una influencia que también observan con el consumo de medios de comunicación tradicionales, pero con una relevancia mucho menor.

Saldaña et al. (2015) encuentran una vinculación directa de causa-efecto entre la consulta y la implicación: a medida que el individuo consume más noticias, mayor será su participación en política. Holt et al. (2013) hallan igualmente que el con-sumo de medios sociales y tradicionales se muestra como factor causal para reforzar el interés, especialmente en épocas electorales. No obstante, el grado de influencia entre un formato y otro depende de la edad: los jóvenes compensan una menor atención a las noticias políticas de los medios tradicionales con el uso de las redes y medios sociales. En el seno de este sector de población y coincidiendo con una preferencia por el ámbito digital y en especial por la prensa online, auto-res como Freeman (2013) y Elareshi et al. (2014) concluyen que el género también es un elemento diferenciador: mientras que los hombres están más interesados por el seguimiento frecuente de la información, las mujeres reconocen que sólo lo hacen cuando algo importante está sucediendo.

Sin embargo, Boulianne (2016) no halla divergencias en el género en cuanto a la frecuencia de consulta, pero sí observa, como Casero-Ripollés (2012), una relación directa en la edad: a medida que se van haciendo mayores aumenta su tenden-