76 | 29, pp. 75-95 | doxa.comunicación

julio-diciembre de 2019

Pervivencia en la serie de televisión “La que se avecina” de los estereotipos contra las mujeres denunciados...

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

1. Introducción

Simone de Beauvoir escribió en 1949 el libro que resultó ser el marco de referencia para la toma de conciencia colectiva sobre qué significa ser mujer en una sociedad occidental y desarrollada. Fue una obra que convulsionó el statu quo de un sistema social masculinizado dominante al describir, por primera vez, que la mujer, como tal, era producto de una construcción cultural socialmente establecida. Precipitó los estudios de género (conceptualizado como término por Joan W. Scott en 1986) en las décadas posteriores, al argumentar las razones por las que, a lo largo de la historia, los hombres han logrado crear sus propias normas con las que supeditar y someter a las mujeres. Una verdad incómoda que soliviantó los cánones sociales y políticos y que no dejó indiferente a nadie porque fue “concebido como un estudio totalizador de la condición de las mujeres en las sociedades occidental” (Cobo, 2014).

La filósofa francesa determinó que la mujer era la “otra”, alguien diferente al hombre con el que no estaba en igualdad de condiciones porque a este se le asignaba la necesidad de “trascender”, emprender proyectos para realizarse como perso-na, mientras a la mujer se la condenaba a la “inmanencia”, a no hacer nada, a no poder desarrollar proyectos fuera de la casa. Unas reglas establecidas por los hombres al calor de la sociedad patriarcal que les protegía para seguir sometiendo a las mujeres. Como recoge López Pardina, (2015:13) esto sería “una falta moral si es consentida por el sujeto; si le es infli-gida, se transforma en una frustración y una opresión; en ambos casos es un mal absoluto”. Por eso, Beauvoir califica a la mujer como “lo otro”, la alteridad, lo dominado. La filósofa francesa intentó convencer a una buena parte de la sociedad de la necesidad de incluir a las mujeres en lo “genéricamente humano”, algo que, como incide Celia Amorós (2009) y que sigue teniendo plena actualidad “ni en su tiempo ni siquiera ahora, ¡no se olvide!, es algo que pueda darse por obvio”.

Simone de Beauvoir consideraba que las mujeres habían sido definidas como naturaleza y los varones como cultura y tras preguntar a la biología, psicología, ontología y a la historia las razones por las que la mujer no era igual al hombre deter-minó que ‘la mujer no nace, se hace’, a través de los constructos culturales generados en una sociedad patriarcal en la que el hombre ha ido dictando las normas que afectan también a las mujeres para evitar perder los privilegios que confiere el poder de decisión en todos los ámbitos, públicos y privados.

Beauvoir es muy consciente de que esta construcción se inicia desde el momento en el que el ser humano empieza a reflexionar sobre su propia existencia y el origen del mundo. La explicación se fragua a través de los mitos, tanto los ge-nerados en la Grecia clásica como en la construcción del discurso teórico de las religiones, especialmente la cristiana. Considera que son construcciones hechas por y para el hombre, donde la mujer siempre queda relegada y mal parada. Como afirma la autora, (2015: 358)

“la mayor parte de los mitos tienen raíces en la actitud espontánea del hombre respecto a su propia existencia y al mundo que ocupa, (…) A través de las religiones, las tradiciones, el lenguaje, los cuentos, las canciones, el cine, los mitos penetran hasta las existencias más duramente sometidas a las realidades materiales.

En las décadas de 1950 y 60 siguen en Europa y en Estados Unidos el desarrollo de las diferentes investigaciones sobre los efectos de los medios de comunicación (Communication research) tanto en el consumo como en la creación de ideologías y se pone el foco en la utilización de los estereotipos como modelos de conocimiento, como expresan los representantes de la Teoría Crítica (Adorno o Horkheimer, entre otros), aunque no se plantean realizar este análisis desde el punto de