Abstract
Galdós será toda su vida un gran viajero que, además, gustará de hacer crónica de sus estancias en París, Toledo, Stratford, Comillas, Birminghan, El Toboso, Roma, Zaragoza o Pompeya. Sin embargo, en sus años de formación, su novelística se nutrirá esencialmente de ese Madrid de los autores románticos que le enseñan a intuir lo misterioso y simbólico, y que costumbristas como Mesonero le aproximan al realismo por el que él clama.