Abstract
El predominio espiritual de la tradición grecolatina en el Occidente medieval supuso que, a pesar de la generalización del analfabetismo en los siglos oscuros (o quizá precisamente debido a esto), se siguiera asociando a lo largo de todo el periodo libros y lengua latina con poder y élites sociales. No de una forma tan inequívoca como espada y poder o tierra y poder, pero sí de una cierta manera. La actitud de la mayor parte de los gobernantes medievales alfabetizados hacia el libro y las bibliotecas fue reverencial y en algunos casos casi “totémica”. Las bibliotecas de los reyes germánicos de la Antigüedad Tardía, así como las de los emperadores carolingios y otónidas siguieron un modelo episcopal-monástico, una vez que el tardorromano de biblioteca palatina semi-pública o pública había caído en el olvido. Ahora bien, la mayor parte bibliotecas de los reyes de la época feudal encajan mejor en el modelo de biblioteca señorial que en el de biblioteca monástica o biblioteca palatina o “de Estado”. El llamado renacimiento del siglo XII comenzaría a alterar esta dinámica, cuando los príncipes del Occidente latino iban a convertirse en reyes clericalizados poseedores de bibliotecas cada vez mayores.