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Abstract

La enfermedad de Alzheimer constituye la principal causa de demencia. Se trata de una enfermedad neurodegenerativa, sin tratamiento curativo, que puede comenzar hasta 20 años antes de su diagnóstico clínico. Esta patología, constituye uno de los principales problemas sanitarios a nivel mundial, con una prevalencia actual de 57,4 millones de personas, número que se prevé que incrementará a 152 millones en el año 2050. Lo cual, se debe principalmente al incremento de la esperanza de vida y al crecimiento poblacional. En la actualidad, existen fuertes evidencias que sostienen que la patología presenta un alto porcentaje potencialmente modificable. Lo que sugiere que la corrección de los factores de riesgo asociados puede disminuir la probabilidad de sufrir la enfermedad o retrasar su evolución cuando los pacientes son diagnosticados en fases tempranas. Por otro lado, la relación entre el grado de patología y la sintomatología asociada no se correlaciona de forma lineal, siendo aquellos individuos con un mayor nivel de estudios o una mayor estimulación cognitiva los que presentan una mayor protección sintomatológica a la enfermedad. Esta teoría se conoce como reserva cognitiva, y se ha definido como la adaptabilidad de los procesos cognitivos que ayuda a explicar la susceptibilidad diferencial de las habilidades cognitivas o la función diaria al envejecimiento, la patología o la agresión cerebral. El trastorno por enfermedad de Alzheimer es actualmente conocido por ser un continuum biológico entre las primeras fases con muy pocos o ningún síntoma (Alzheimer preclínico) o ligeramente sintomáticas (deterioro cognitivo subjetivo y deterioro cognitivo leve) y la fase más severa de la enfermedad (demencia). Sin embargo, a pesar de la evolución sintomatológica progresiva, la mayor parte de pacientes son diagnosticados en la fase final de la patología, cuando la demencia se encuentra presente. Por lo que las intervenciones clínicas dirigidas al diagnóstico precoz, en las primeras fases de la enfermedad, pueden ayudar a retrasar su progresión, ofreciendo un mejor pronóstico y calidad de vida a los pacientes. Dentro de las primeras fases, se encuentra el deterioro cognitivo leve, entidad clínica en ocasiones reversible, que constituye la antesala de la demencia. Previamente a este estadio, en muchos pacientes se producen manifestaciones verbalizadas de pérdida cognitiva, lo que constituye la queja subjetiva de memoria. Esta variable, según el sistema de clasificación del “National Institute of Aging” y la “Alzheimer’s Association”, constituye el estadio previo al deterioro cognitivo leve en aquellos pacientes con biomarcadores positivos de la enfermedad de Alzheimer. Lo que hace de esta variable un síntoma de alarma de deterioro cognitivo, como así lo han demostrado numerosos estudios. En este contexto, la utilización de esta variable en los cribados de deterioro cognitivo podría ayudar a aumentar la detección de pacientes con demencia en fases precoces de la enfermedad. Además, la Farmacia Comunitaria ha demostrado previamente su potencial para la realización de estrategias de prevención primaria o secundaria de la enfermedad. Sin embargo, la falta de colaboración con atención primaria ha sido hasta la fecha una barrera difícil de solventar, la cual ha repercutido directamente en la salud de los pacientes. Por ello, la primera parte de este proyecto se ha dirigido al desarrollo de un protocolo de actuación que permita una estrecha colaboración entre el farmacéutico y el médico, con objeto de llevar a cabo una actuación coordinada para la detección precoz del deterioro cognitivo. En este sentido, se realizó un cribado de deterioro cognitivo en Farmacia Comunitaria, utilizando la queja subjetiva como criterio de inclusión. Finalmente, para valorar la importancia de esta colaboración, se realizó un estudio comparativo entre Farmacias Comunitarias, un grupo de ellas realizó el cribado con un protocolo de colaboración interprofesional y otro grupo de ellas exento de dicha colaboración. En este primer trabajo de investigación se observa que la sensibilidad en el cribado de deterioro cognitivo realizado en Farmacia Comunitaria es muy alta cuando se realiza mediante equipos de colaboración interprofesional (90%), que incluyan farmacéuticos comunitarios, médicos de atención primaria y médicos especialistas en neurología. Además, la creación de estos equipos permite aumentar la detección de pacientes con deterioro cognitivo o demencia, optimizar su seguimiento y conseguir un diagnóstico en las fases tempranas de la enfermedad. Por otro lado, el segundo trabajo de investigación se ha enfocado a la evaluación del conocimiento de los farmacéuticos comunitarios sobre los factores de riesgo y factores protectores de demencia. Debido a la repercusión sanitaria directa que ejercerá este conocimiento sobre los pacientes y a la responsabilidad de cribado que recaerá sobre estos profesionales en proyectos presentes y futuros. Para ello, se realizó un estudio transversal con una muestra de 361 farmacéuticos, los cuales fueron evaluados mediante un cuestionario online que incluía una lista de factores relacionados con la demencia. En este trabajo, los factores de riesgo menos identificados fueron: el virus del herpes simple tipo 1, el sueño superior a 9 horas y la baja audición. Por el contrario, los factores protectores menos conocidos fueron: la utilización de internet, la evasión de la polución ambiental y el tratamiento con fármacos antiinflamatorios. La menor edad, unida a la formación universitaria más próxima, prevalecieron en esta área de conocimiento sobre los años de experiencia. El tercer trabajo de investigación se dirige a la evaluación de los factores modificables del estilo de vida que se relacionan con el deterioro cognitivo en una población con queja subjetiva de memoria. En este trabajo, se observa que algunos factores que podrían aumentar la reserva cognitiva, como las horas de lectura y el uso diario de internet se asocian con un menor deterioro cognitivo en nuestra población. Por el contrario, el número de horas de sueño nocturno y de consumo de televisión se asocian con menor deterioro cognitivo. La realización futura de estudios longitudinales permitirá detectar si estas asociaciones constituyen factores de riesgo o protectores, con el objetivo de establecer estrategias preventivas en pacientes con queja subjetiva de memoria. Finalmente, dentro de estas variables, en el marco de la Farmacia Comunitaria, destacan las medicaciones que ejercen un impacto en la cognición, como es el caso de los fármacos con efecto anticolinérgico. Este cuarto y último trabajo de investigación, tiene por objetivo el desarrollo de una escala anticolinérgica actualizada mediante revisión sistemática. Dicha escala, fue comparada con la escala más utilizada en la actualidad, la “Anticholinergic Cognitive Burden Scale”, con el fin de evaluar su asociación con el deterioro cognitivo en una población con queja subjetiva de memoria. En este último estudio, se observa que la utilización de una escala anticolinérgica actualizada puede proporcionar una mejor medida de la influencia que ejercen estos fármacos en enfermedades neurodegenerativas como la demencia. La nueva escala puede ayudar a concienciar a los clínicos sobre sus prescripciones y promover un enfoque farmacológico personalizado para cada paciente.

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