Abstract
Al final de la Primera Guerra Mundial, el valor de la transfusión sanguínea era ampliamente reconocido, pero no fue hasta la Guerra Civil Española (1936-1939) cuando se crearon grandes organizaciones civiles de donantes de sangre para proporcionar sangre conservada (citratada) para la transfusión en pacientes civiles y militares en ambos bandos. Se desarrollaron técnicas de transfusión indirecta para administrar esta sangre, con instrumental de fácil manejo, capaz de ser llevado a cabo en cualquier lugar y por cualquiera con experiencia en la administración de inyecciones endovenosas. También se establecieron sistemas eficaces de transporte y distribución, a fin de abastecer adecuadamente las instalaciones sanitarias que prestaban servicio en los frentes de batalla en movimiento. Este trabajo pionero permitió la creación, por primera vez en la historia, de servicios militares de transfusión de sangre. Si bien este fue el caso tanto de las fuerzas insurgentes (nacionalistas) como del Gobierno republicano español, es este último el que constituye el foco de estudio aquí. Esto es posible gracias a las publicaciones del hematólogo catalán Frederic Duran Jordà, creador y director del Servicio Republicano de Transfusión de Sangre, que detallan las técnicas y procedimientos desarrollados durante la guerra para la recogida, análisis, distribución y transfusión de sangre. Esta información se amplía, especialmente con respecto a la aplicación práctica de la transfusión en primera línea, gracias a diferentes publicaciones del Dr. Reginald Saxton, voluntario británico integrado en la Sanidad Militar de la Republica. Es nuestra intención demostrar que las autoridades británicas se beneficiaron de la experiencia española en vísperas del estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939. Les ayudó a desarrollar planes para los servicios de transfusión que resultarían cruciales en el tratamiento de bajas civiles y militares durante la contienda. Frederic Duran Jordà y Reginald Saxton fueron asesores clave, junto con otros que regresaban de España, incluyendo a la reconocida hematóloga británica, Janet Vaughan. Además, los principios desarrollados en España (1936-39) para la práctica militar de transfusiones de sangre siguen respaldando las medidas actuales de reanimación de heridos en el campo de batalla.