Abstract
Se suele creer que una de las principales razones por las que Alfonso X, rey de Castilla y León, se propuso como rex romanorum y emperador, fue su ascendencia materna de la casa de Hohenstaufen. De hecho, gracias a su madre Beatriz de Suabia, el soberano podía presumir de unir en sí mismo tanto la sangre de la familia imperial germánica como la de la dinastía de los Comnenos de Constantinopla. Una lectura más atenta de las fuentes revela, en cambio, cómo Alfonso nunca empleó este argumento en las numerosas negociaciones que caracterizaron el fecho del imperio. Algunos gibelinos italianos, en particular Bandino Lancia de Pisa y el rey Enzo de Cerdeña, último hijo de Federico II, hicieron un uso instrumental de la figura de Beatriz de Suabia. Si Alfonso mencionó su ascendencia alemana, lo hizo solo en el contexto de la disputa sobre sus derechos al ducado de Suabia. Este artículo analiza cómo se presenta la figura de la reina Beatriz en las diferentes fuentes (alfonsinas, italianas gibelinas y papales) en relación con el fecho del imperio y la sucesión al ducado de Suabia.