Abstract
La pandemia de covid-19 ha sido un gran trauma en todo el mundo, siendo España uno de los países más golpeados por esta tragedia en su primera ola de marzo-mayo de 2020. Con la pandemia llegó también la confusión estadística en torno a las causas de muerte, y con la confusión comenzaron las especulaciones no sólo periodísticas, llegándose a fijar en la opinión pública un número de datos que no se corresponden con la realidad. Este informe pretende clarificar esos hechos basándose en datos que a finales de 2022 ha publicado el INE. En este informe del Observatorio se analiza la mortalidad ligada al covid, la sobremortalidad respecto a la teóricamente esperable (sin covid) que se habría producido en 2022. También la incidencia del covid sobre la natalidad y la nupcialidad, y los datos disponibles de muertes notificadas que pudieran haber sido provocadas por vacunas contra la covid-19. Y todo ello con el ánimo de exponer datos relevantes sobre este asunto y de contribuir a clarificar lo que realmente ha ocurrido. Entre marzo de 2020 y finales de 2022, en España se han superado holgadamente los 100.000 fallecimientos por causa del covid. Lamentablemente, las dos principales fuentes oficiales de información nacionales sobre asuntos como éste, el Ministerio de Sanidad y el Instituto Nacional de Estadística (INE), presentan una notable discrepancia acerca del total de muertes. Según el Ministerio de Sanidad, habrían sido unas 117.000 muertes más de las que hubieran ocurrido sin covid. Según el INE habrían sido unas 145.000, incluyendo en esas muertes 15.000 fallecimientos con sospecha de covid, en los que la presencia del virus no se verificó. El 83 % de esos 15.000 óbitos con sospecha de covid no verificada se dieron en los tres primeros meses de 2020, y se trató en buena parte de ancianos que vivían en residencias. A esos fallecimientos hay que sumar el sufrimiento temporal o persistente de cientos de miles de supervivientes que fueron afectados de forma grave por el coronavirus de Wuhan, lo que, en un número aún indeterminado de personas, ha conllevado o conllevará un acortamiento de su vida, además de diversos padecimientos como fatiga, pérdida de memoria, del sentido del olfato o del gusto. La pandemia ha tenido también un elevado coste económico por el cierre de muchas empresas y el gran incremento del endeudamiento público. Se produjeron restricciones en las libertades personales de forma temporal. Recordemos, por ejemplo, los toques de queda o la obligación de llevar mascarilla hasta para quien hacía una excursión de montaña en solitario. Y los Estados de Alarma fueron, posteriormente, considerados ilegales por el Tribunal Constitucional. El desarrollo y disponibilidad masiva en tiempo récord de vacunas contra este coronavirus fue un hito en la Historia de la medicina, pero también generó dudas y recelos sobre su binomio eficacia-seguridad, propalándose por las redes sociales informaciones alarmantes sobre efectos secundarios, en no pocos casos de una falsedad verificable, sobre todo a la vista de los datos que posteriormente se han conocido.