Lecciones magistrales y memorias

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    Publication
    Cultura, lengua y derecho.1997

    Estas tres etapas -religión, filosofía, ciencia- no sólo se dieron en Grecia, en los primeros tiempos de la historia del pensamiento reflexivo, sino que el mismo tracto se ha manifestado en otras épocas posteriores y en relación con otros aspectos del conocimiento, como ponen de manifiesto dos ejemplos históricos. El primero se refiere a lo acontecido dentro del franciscanismo durante los siglos XIII y XIV. El fundador de la Orden, San Francisco de Asís, aporta al cristianismo una nueva forma de religiosidad, que consiste en descubrir la magnificencia de Dios no en las grandes y sobrecogedoras manifestaciones del Universo, sino en las cosas menudas, sencillas y concretas: Dios está presente en la flor, el arroyo, la nube, el pequeño animalillo, que son vestigios divinos desde los que el hombre se alza a la contemplación del Ser Supremo, como enseñó San Buenaventura en el ltinerarium mentis in Deum. Esta religiosidad de lo concreto viene seguida, ya en el sigo XIV, por la filosofía de lo concreto de Guillermo de Ockam -igualmente franciscanoque desde su nominalismo niega la existencia de los universales para mostrar un mundo integrado por una inacabable multitud de entes singulares. El gran hallazgo del concepto universal, producto de la genialidad aristotélica y perfilado después por Santo Tomás, instrumento que permite manejar racionalmente el mundo reduciendo a grandes unidades la multiplicidad inabarcable de realidades concretas, es fulminado por el franciscano inglés, que lo deja rebajado a una pura entelequia, a una simple inflexión de la voz, a un hecho fonético, a un mero nombre. Alguna vez he comparado la tesis ockamista con la habilidad del pirotécnico que hace subir a las alturas un cohete único, compacto, para hacerlo estallar en las alturas, desaparecer y convertirse en miles de lucecillas. Por último, aparece la ciencia de lo concreto, la ciencia experimental, que empiezan a practicar dos franciscanos, Nicolás de Oresme y Nicolás D'Autrecourt, con lo que, siempre dentro de la Orden franciscana, que el fundador creó como mendicante y luego dio tanto juego en la órbita del pensamiento, se completa el ciclo: religiosidad de lo concreto, filosofía de lo concreto, ciencia de lo concreto.

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    Publication
    Reflexión sobre el saber.1998

    El hombre es la única criatura cognoscente, en el sentido pleno del término, porque si es verdad que los animales -singularmente los que pertenecen a especies zoológicas superiores- poseen y ejercitan órganos sen- () soriales. lo cierto es gue los datos gue éstos les suministran son imágenes puramente singulares y concretas, muy lejos de los datos sublimados en abstracciones que proporciona al hombre el conocimiento intelectual. Si yo veo un árbol, no sólo sé que es, que está ahí, sino que sé lo que es, que se trata efectivamente de un árbol; el hombre puede «sentir» percepciones (de dolor, de placer), pero inmediatamente las identifica dando paso al conocimiento intelectivo de las mismas.