390 | 27, pp. 387-418 | doxa.comunicación

julio-diciembre de 2018

La Responsabilidad Social Corporativa en los estudios universitarios de comunicación

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

pautas internacionales más exigentes de carácter laboral, social y medioambiental. Se trata de promover y conseguir un buen clima laboral, luchar contra la inequidad, las desigualdades y la discriminación. Se trata de salvaguardar los derechos humanos de todas las personas e informar de manera honesta y transparente de los resultados de la gestión de la organización. Un buen gobierno promueve la RSC de una organización liberándola de todo atisbo de corrupción.

El diálogo y la interlocución con los diferentes públicos de la organización, a los que debe rendir cuentas. Vallaeys, De la Cruz y Sasia recurren al modelo de los stakeholders (grupos de interés) de Freeman y Reed (1983), considerando la organización como una estructura abierta en la cual concurren los riesgos e intereses de los diversos actores internos o externos a la organización, vinculados o no con ella, y que se puedan ver afectados por su actividad, tengan o no la capacidad de afectarla. La organización debe responder, de manera satisfactoria, a los requerimientos de los diferen-tes grupos de interés, estableciendo con ellos vínculos y relaciones transparentes y simétricas, informándoles de los resultados de los acuerdos adoptados. El diálogo con los públicos constituye un proceso de regulación socialmente responsable evitando el riesgo del egocentrismo en la organización.

La gestión de los impactos sociales y medioambientales. La filosofía gerencial de la responsabilidad social implica hacer consciente a la organización de las consecuencias y efectos que sus decisiones, sus planes estratégicos y sus comportamientos, puedan provocar en las personas y grupos sociales, así como en el medioambiente. La organi-zación debe tomar conciencia de su impacto en el entorno, tanto interno como externo, promoviendo el desarrollo sostenible. Así, la responsabilidad social constituye una política gerencial de la organización que la hace permeable y empática.

Estos autores añaden que, para practicar una gestión socialmente responsable orientada al logro del desarrollo social y medioambiental sostenible, es preciso avanzar desde una lógica reactiva hacia una lógica proactiva de implicación en la solución de los problemas sociales del entorno de la organización. Este cambio debe basarse, en cualquier caso, en el cumplimiento con la misión, los principios y valores corporativos, en la gestión de los impactos y en la comu-nicación y participación efectiva de los diferentes grupos de interés. La proactividad hacia la gestión socialmente responsable propicia la creación de un “capital social” de la organización, así como la posibilidad de llegar a acuerdos para tratar de manera conjunta los problemas sociales. Y esta proactividad socialmente responsable, fundamentada en la empatía social de la organización, en una filantropía desinteresada, le permite anticipar los riesgos que afectan a la organización. En este sentido, la responsabilidad social se convierte en un una vacuna frente al egoísmo corporativo.

Siguiendo a los citados autores, Vallaeys, De la Cruz y Sasia (2009), la responsabilidad social de las universidades, sin embargo, ha de diferenciarse de la responsabilidad social corporativa o empresarial, en tanto que la responsabilidad social universitaria debe definirse fundamentalmente por la gestión de sus impactos en el entorno. Los cuales, pueden agruparse a tenor de cuatro criterios.

Los impactos de funcionamiento derivados de la actividad propia de la organización sobre los públicos con los que la universidad se relaciona directamente, como el personal docente y el de administración y servicios, los estudiantes, o la comunidad en la que la universidad se ubica. Se incluyen aquí, también, los impactos que se producen como con-secuencia de la práctica de sus funciones, tales como la contaminación. La huella social y ecológica de la organización universitaria.

Los impactos educativos. El cumplimiento de la misión didáctica de la universidad debe generar un impacto necesario y pretendido en la formación de los jóvenes y futuros profesionales. Este impacto pedagógico propicia el aprendizaje de los estudiantes fomentando su capacidad de analizar, entender e interpretar el mundo, para saber comportarse en