doxa.comunicación | 30, pp. 55-77 | 61

enero-junio de 2020

Marcos Zumárraga-Espinosa

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

y las redes sociales no solo han reducido drásticamente los costos comunicacionales de las organizaciones políticas y movimientos sociales, también han aportado un carácter más descentralizado a su funcionamiento, creando oportuni-dades para que sus miembros adopten un rol más activo y autónomo en la promoción de los objetivos organizacionales (Gibson, 2015; Theocharis et al., 2015). Tales condiciones podrían intensificar los efectos positivos a nivel cognitivo y actitudinal que genera el uso político de plataformas como Facebook o Twitter. En primer lugar, el consumo de informa-ción política vía redes sociales adquiere mayor calidad movilizadora para quienes pertenecen a agrupaciones políticas offline. Esto ocurre porque las agrupaciones políticas operan como redes de movilización a través de los cuales circula información directamente vinculada con el desarrollo de iniciativas y actividades políticas en el mundo real, tal es el caso de invitaciones, convocatorias, propuestas de acción, lugares de encuentro, agentas activistas, entre otras (Best y Krueger, 2005; Carty, 2010; Lemert, 1981; Micó y Casero-Ripollés, 2014). Dadas estas condiciones, el uso informacional de redes sociales de quienes pertenecen a grupos políticos cuenta con una mayor carga de información movilizadora.

En segundo lugar, los grupos políticos offline poseen una serie de características que favorecen los procesos cognitivos y actitudinales asociados tanto con la expresión como la discusión política. Si bien la relación entre pertenencia a organiza-ciones de la sociedad civil y capital social se ha venido estudiando desde hace mucho tiempo (Putnam 2000), Conroy et al. (2012) resaltan que los grupos políticos promueven la participación política a través de dos mecanismos: a) la creación de condiciones estimulantes para la discusión política y b) el control mutuo de las actividades y aportes de los miembros. No obstante, la interacción que toma lugar en redes sociales solo reproduce adecuadamente el primer mecanismo, mientras que las posibilidades de control sufren limitaciones debido a la falta de contacto cara a cara. En este sentido, la expresión digital de opiniones tiene más probabilidades de retroalimentación gracias a las contribuciones de los demás miembros de la organización, quienes comparten interés por la política a diferencia del resto de la lista contactos.

Esto eleva la propensión a participar en discusiones electrónicas sobre cuestiones políticas para quien pertenece a grupos políticos offline, más aun si estos grupos están presentes en redes sociales. Por lo tanto, la pertenencia a grupos políti-cos offline asegura en mayor medida que los usos informacionales y expresivos de las redes sociales generen retornos favorables en términos de aprendizaje político, compromiso cívico e identidad de grupo. Aspectos de vital importancia para la gestación de acciones colectivas, particularmente necesarias para la protesta política (Schussman y Soule, 2005; Valenzuela et al., 2012).

Adicionalmente, pese a que los usuarios se encuentran más inclinados a incluir en su lista de contactos a personas que piensan de manera similar, lo cual se ha definido como selectividad social (Campbell y Kwak, 2011), los grupos políticos offline limitan en cierta medida esta posibilidad. Aunque en términos generales quienes integran una organización po-lítica o movimiento social comparten intereses comunes, eso no implica que puedan existir puntos de vista y opiniones heterogéneas al abordarse temáticas más específicas. Al respecto, estudios han mostrado que la calidad deliberativa de la discusión política aumenta cuando existe heterogeneidad de puntos de vista, lo cual a su vez mejora las ganancias de conocimiento político (Mutz, 2002). Por último, es probable que los mensajes políticos generados por miembros de or-ganizaciones mediante redes sociales cuenten con una mayor carga movilizadora. Como se había mencionado, las redes sociales permiten que los miembros de grupos políticos se involucren más activa y autónomamente en el impulso de las agendas organizacionales. Es así que los miembros disponen de mayores incentivos para generar estímulos movilizado-