doxa.comunicación | 30, pp. 145-163 | 147

enero-junio de 2020

Marta Rizo García

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

Estas páginas se centran en los aspectos interpersonal e intersubjetivo de la comunicación, es decir, en la comunicación como fenómeno relacionado con el diálogo cara a cara, con el compartir, con la puesta en común, con la interacción entre cuerpos que producen sentido, con el vínculo entre sujetos que interactúan en el escenario de la vida cotidiana.

La palabra comunicación sugiere muchas cosas, y es una acción cotidiana que todas y todos vivimos y experimentamos, de forma directa, cara a cara, o indirecta, por medio de algún dispositivo como el teléfono o la computadora. Siguiendo con las aportaciones de Raúl Fuentes Navarro (2001: 50), “comunicación puede llegar a significar muchas cosas distintas y a veces contradictorias”. Para algunas personas, la comunicación puede referirse a los medios masivos como la televisión o la radio; para otras, a cómo nos relacionamos unas personas con otras, y para otras más, a las relativamente recientes formas de participación en redes sociales digitales, al consumo de programas de entretenimiento en televisión o al estar siguiendo una serie por Netflix. Y el listado podría seguir. Comunicación es, entonces, muchas cosas a la vez.

En este ensayo se concibe la comunicación como un proceso básico para la construcción de la vida social, como un me-canismo productor de sentidos que permite activar el diálogo y distintos modos de convivencia entre sujetos sociales. Desde esta perspectiva, hablar de comunicación supone acercarse al mundo de las relaciones humanas, de los vínculos establecidos y por establecer, de los diálogos hechos conflicto y de los monólogos que algún día devendrán en diálogo.

Estos modos de comprender la comunicación nos permiten comprender el mundo social como un entramado de inte-racciones entre sujetos. Y es que la comunicación permite superar el aislamiento individual, en tanto es el conjunto de asociaciones entre procesos de la experiencia –individual y colectiva– que permite la construcción de mundos comparti-dos. Siguiendo a Eduardo Vizer (2007: 194), “la comunicación puede ser considerada la manifestación concreta y objetiva de los procesos permanentes de reconstrucción de los diferentes contextos de realidad que construimos y cultivamos en la vida cotidiana”.

Toda situación de comunicación tiene lugar en un contexto determinado, que está conformado por tres aspectos: cultu-ral, que refiere al marco de referencia actitudinal que la persona desarrolla durante toda su vida; situacional, que incluye todas las variables psicológicas, sociológicas y físicas; y de urgencia, que denota la necesidad de comunicar o el requeri-miento de una clase específica de comunicación. La comunicación es, por tanto, “la única manera de que disponemos para ponernos en contacto con los demás y, aun cuando no nos demos cuenta de cuánto dependemos de ella, constituye el centro de nuestra existencia” (Borden y Stonoe, 1982: 82). De ahí que sea importante el estudio del aspecto interperso-nal de la comunicación.

En definitiva, en este texto la comunicación es concebida como la base de las relaciones sociales, dado que se entiende que los procesos de comunicación implican, antes que nada, interacciones entre personas diferentes en los múltiples escenarios de la vida cotidiana. ¿Son estos vínculos de naturaleza siempre semejante? ¿Los sujetos que se comunican bus-can siempre lo mismo? Estas interrogantes se abordan en el siguiente apartado, donde se plantean algunas ideas genera-les y algunos enfoques teóricos clásicos para distinguir la comunicación interpersonal de la comunicación intersubjetiva.