doxa.comunicación | 26, pp. 99-126 | 101

enero-junio de 2018

El uso de Twitter por parte de los principales candidatos en las campañas electorales para las elecciones... Laura Cervi, Nuria Roca

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

Twitter, aunque fue una herramienta creada en el año 2006, tuvo su revulsivo en 2008, coincidiendo con la revolucionaria campaña electoral que hizo Barack Obama y que contra todo pronóstico (ya que no tenía el apoyo del establishment del partido) le permitió conseguir la presidencia de la Casa Blanca en Estados Unidos. Desde entonces, su campaña electo-ral ha sido ejemplo y modelo para los candidatos de la mayoría de países democráticos y no son pocos los estudios que se han realizado o que se han referido a ella, y tampoco sobre el hecho de que las redes sociales se hayan convertido en un referente para los candidatos a las elecciones de los países con una democracia estable (Beas, 2011; Casero-Ripollés, Feenstra y Tormey, 2016; Cervi y Roca, 2017; Costa, 2009; Enli, 2017b; Persily, 2017).

En esta investigación nos centramos en la campaña electoral para las elecciones generales españolas de 2011, que enfren-a Mariano Rajoy (PP) y a Alfredo Pérez Rubalcaba (PSOE), los dos principales candidatos; y la del 2015, que enfrentó a Mariano Rajoy (PP), a Pedro Sánchez (PSOE), a Albert Rivera (Ciudadanos) y a Pablo Iglesias (Podemos), para analizar el uso cuantitativo y cualitativo que hicieron de su cuenta de Twitter. Hay que añadir que se han seleccionado los perfiles personales y no los perfiles de los partidos, dado el aumento del personalismo en las campañas electorales: “Social me-dia such as Facebook and Twitter place the focus on the individual politician rather than on the political party, thereby expanding the political arena for increased personalized campaigning”, tal y como observan Enli y Skogerbø (2013: 758).

La investigación se ha hecho desde un enfoque nacional por lo que hay que recordar que el sistema político, electoral y de partidos en los que están suscritos los candidatos y su cultura política (Almond y Verba, 1963; Duverger, 1957; Kirchhei-mer, 1969; Lijphart, 1999; Lipset y Rokkan, 1967 y Sartori, 1980) pueden influir en la forma como afrontan las campañas electorales los sujetos políticos, ya que es posible que se establezcan límites a su desarrollo. Según la recopilación de Ha-llin y Mancini (2004), el sistema político español es considerado un modelo Pluralista Polarizado y se hace fundamental tenerlo en cuenta para saber los límites que se pueden dar en el uso de Internet, como también el hecho de que se trata de un sistema en el que ha habido una democratización tardía con largos períodos de autoritarismo. Además, vemos que aunque las campañas se están personalizando, los partidos aún tienen mucho poder en el desarrollo de las campañas, a la vez que el papel del voluntariado no es fundamental para enfocar la campaña electoral y los candidatos no necesitan pedir financiación porque las campañas se pagan con dinero público.

El Partido Popular ganó las elecciones de 2011 (que tuvieron una participación del 68,94%) consiguiendo 186 represen-tantes y el 44,63% de los votos, de modo que Mariano Rajoy ganó con mayoría absoluta, mientras que el PSOE, con Alfredo Pérez Rubalcaba liderando la candidatura, consiguió 110 diputados con el 28,76% de los votos.

Las elecciones generales del 20 de diciembre de 2015 (con un ligero aumento de la participación, el 69,97%) supusieron un punto de inflexión en la historia de la política española. La campaña electoral enfrentó a los candidatos de la deno-minada “vieja política”, Mariano Rajoy (PP) y Pedro Sánchez (PSOE), con los representantes de la “nueva política”, Albert Rivera (Ciudadanos) y Pablo Iglesias (Podemos), a riesgo cierto de romper el bipartidismo que había predominado en la política española desde el restablecimiento de la democracia y durante la Transición, para convertirse en un sistema pluripartidista.

Aunque el Partido Popular fue el partido más votado consiguiendo el 28,71% de los votos y 123 diputados, no tuvo su-ficiente fuerza para gobernar en solitario y tuvo que buscar un acuerdo con partidos que por primera vez entraban con fuerza al Congreso de los Diputados. Mariano Rajoy descartó un acuerdo con el otro gran partido del país, el PSOE, que