doxa.comunicación | 26, pp. 35-58 | 38

enero-junio de 2018

Periodismo y drones. Retos y oportunidades del uso de drones para la narración informativa en España Ángeles Fernández Barrero

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

El término dron, sin embargo, data al menos de 1935, según el lingüista y lexicógrafo Ben Zimmer (2013), que cuenta cómo el almirante estadounidense William H. Standley vio una demostración británica del nuevo avión de control remoto de la Royal Navy utilizado como blanco para prácticas de tiro, el DH 82B Queen Bee (abeja reina), y le encarga al comandante Delmer Fahrney desarrollar algo similar para la Armada norteamericana.

Pero Fahrney adopta el término “drone” (zángano) para referirse a este avión de control remoto. Se trataba de un avión teledirigido, que tenía que ser controlado por un operador desde tierra o por otro avión “madre”. Zimmer, que se basa en las teorías del historiador militar Steven Zaloga, autor del libro Unmanned Aerial Vehicles (2008), asegura que durante la Segunda Guerra Mundial, el Ejército y la Armada intensificaron la producción de “drones de objetivo” y “drones de asalto” para el combate. Siguiendo el modelo del actor británico Reginald Denny, con la compañía Radioplane, la Armada lanzó el OQ-2, mientras que la Marina tenía su propio contrato y llamó al vehículo TDD-1, abreviatura de “Target Drone Denny 1”.

Los usos militares han estado indisolublemente unidos al desarrollo de los drones. Ya durante la Primera Guerra Mundial los Ejércitos empiezan a ensayar fórmulas para materializar las profecías de Tesla. Pese a las limitaciones de la tecnología, en la década de los cuarenta se usaron modelos controlados por radio para bombardear objetivos alemanes, aunque el desarrollo de la tecnología militar se comprueba durante el avance de la Guerra Fría.

De hecho, a partir de 1964 Estados Unidos utilizó aviones no tripulados para la vigilancia de zonas sensibles, como Cuba, Corea del Norte y la República Popular China, y durante la Guerra de Vietnam, recurrió de forma asidua a los Lightning Bugs, desde los que también se tomaron muchas fotografías aéreas del conflicto armado. Los expertos llaman a éste y otros modelos de la época pre-drones, que podían llevar cámaras y hasta modificar la ruta en vuelo, pero no es hasta el modelo Predator, ya en la década de los noventa, en el que sitúan la historia contemporánea de los drones. Estas aeronaves no tri-puladas fueron pioneras en usar el sistema de posicionamiento global, lo que las dotaba de mayor fiabilidad. A partir del modelo Predator, se diseñaron prototipos más avanzados que incorporaron muchas mejoras: vuelos de mayor duración, más rapidez y mayor altura.

A finales de los noventa se incorporan los misiles a los drones y en febrero de 2002 la CIA usa el dron Predator, cargado con el misil Hellfire, para eliminar un objetivo de inteligencia en Afganistán: Osama Bin Laden. La operación resultó fallida, aunque desde 2001, con el ataque a las Torres Gemelas, Estados Unidos utilizaba drones de vigilancia sobre la zona. A partir de entonces, quedó legitimizado el uso de drones armados y se siguió argumentando como una necesidad que podía salvar vidas americanas. Pakistán, Irak, Somalia y Yemen han sido otros de los objetivos de los Predator y los Reaper, armados con misiles y bombas guiadas. El resultado es la generalización de esta nueva arma de guerra teledirigida, capaz de matar de forma selectiva y con precisión, sin riesgo alguno para quien aprieta el gatillo.

Distintos expertos en Derecho Internacional arguyen que favorecen la precisión de los ataques y la disminución de daños colaterales, colaborando, de esta forma, a reducir las pérdidas de vidas y lesiones a civiles y los daños a bienes de carácter civil. Gustavo H. Krasñansky y María Elena Rossi (2014: 18) concluyen que la particular naturaleza de los drones “no repug-na, per se y de forma intrínseca, al Derecho Internacional Humanitario” pues “constituyen un sistema de transporte más bien que de armamento, o mixto, en el último de los casos, tan lícito como cualquier otro usado en el teatro de operaciones, con una capacidad de control, vigilancia y precisión producto de una alta tecnología de última generación”. Estos autores