Abstract
La literatura, junto con todas las visiones que nos ofrece, supone una fuente de conocimiento y de enriquecimiento. Cuando se desvincula de la vida, se convierte en letra muerta, pero cuando sirve de alimento al espíritu, este sin duda se enriquece de forma insospechada. En este sentido, podemos afirmar, sin duda, que la literatura juega un papel importante como forma de expresión artística. Los relatos, además, encierran un valor pedagógico innegable. A lo largo de la historia, los textos literarios han sido utilizados para la educación y la formación personal, pues pueden aportar diversas posibilidades según la temática escogida y permiten estimular en el aula el desarrollo integral. La literatura siempre ha sido vehículo trasmisor de ideas, es una gran educadora. El alumnado puede reconocer en los personajes situaciones identificables con su propia vida. Cuentos tradicionales, fábulas y relatos varios encierran moralejas y han sido útiles para educar a la humanidad a lo largo de la historia. La educación moral y la formación de virtudes son elementos importantes en el desarrollo de individuos y ciudadanos éticamente responsables, que participan en la sociedad. Y es que la esencia final de la labor educativa no es solo la formación técnica del individuo, sino también cultivar la virtud, orientando al educando hacia la exploración del bien, la verdad y la belleza. Pues bien, con este planteamiento nace Educación, virtudes y relatos, que gira en torno a la idea del didactismo de lo literario, y lo hace desde la confluencia de dos perspectivas: por un lado, el virtuosismo y los valores que podemos encontrar reflejados en algunos personajes de la literatura universal; por otro, el uso y la aplicación que de estos ejemplos literarios podemos hacer en el aula.