Abstract
A pesar de que los defensores de la globalización contraponen su "único pensamiento" a la "inoperancia del pensamiento utópico" (Termes, 2001: 3) la globalización también tiene su propia utopía. Este artículo demuestra por qué la pretensión última de la globalización puede considerarse utópica y cómo es ella la que la hace atractiva para muchos. Acto seguido profundiza en esta utopía global y muestra que es tan solo aparente, la perfección que cabría esperar de ella no se da en este caso. Es por ello que la globalización necesita de otro horizonte que le haga avanzar por sendas diferentes. Las peculiaridades que debería tener esta nueva utopía son las que se describen en la última parte del artículo.
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