Citation

Bibliographic manager

Abstract

Juan Pablo II ha sido testigo de uno de los periodos más dramáticos de la historia de la humanidad. Experimentó en primera persona —incluso como víctima— el poder gigantesco que puede adquirir el mal en el mundo y cuya consecuencia más grave ha sido la muerte de millones de vidas humanas. Guerras mundiales, guerras fratricidas, totalitarismos, abortos, abusos, eutanasias, torturas físicas y morales, atentados terroristas, etc. Como él mismo manifestó no ha sido un mal de edición reducida, sino un mal que se ha servido de las estructuras estatales para llevar a cabo su obra nefasta, un mal elevado a sistema. Pero el mysterium iniquitatis que representa esa abundancia de mal no ha conseguido, en el mismo mundo, destruir el bien, ni ha impedido su difusión ni su crecimiento. Más aún, el Papa proclamó con la fuerza de su vida y de su fe que, aunque el mal parezca invencible, nunca lo será porque tiene un límite que quiebra su potencia y que se llama misericordia. Aunque en un momento histórico parezca haberse concentrado la mayor maldad humana, al final, el mal entra en crisis total diluyéndose en una ola infinita de bien que lo supera y que se llama misericordia divina. / John Paul II has witnessed one of the most dramatic periods in the history of humanity. He experienced in the first person —even as a victim— the gigantic power that evil can acquire in the world and whose most serious consequence has been the death of millions of human lives. World wars, fratricidal wars, totalitarianisms, abortions, abuses, euthanasia, physical and moral torture, terrorist attacks, etc. As he said, it has not been a reduced edition evil, but an evil that has been used by the state structures to carry out his disastrous work, an evil raised to the system. However, the mystery iniquitatis that represents that abundance of evil has not managed to destroy the good in the same world, nor has it prevented its diffusion or its growth. Moreover, the Pope proclaimed with the force of his life and his faith that, although evil seems invincible, it never will be because it has a limit that breaks its power and is called mercy. Although in a historical moment it seems to have concentrated the greatest human evil, in the end, evil enters into total crisis, diluting itself in an infinite wave of good that overcomes it and is called divine mercy.