Abstract
La palabra es la herramienta más poderosa que tenemos las personas para comunicarnos. Las palabras pueden ser generadoras de bienestar y armonía, pero también pueden provocar desequilibrio, caos y malestar. Una comunicación adecuada resulta fundamental para generar espacios de encuentro y de confianza que favorezca el crecimiento personal y enriquezca las relaciones con nosotros mismos y muy especialmente con los demás. Ante este hecho se plantea una pregunta y es ¿cómo usar las palabras para que nos ayuden a comunicar de forma efectiva y especialmente afectiva? Dar respuesta a esta cuestión se convierte en algo fundamental especialmente cuando pensamos en la comunicación en el contexto del aula. Es ahí donde la palabra puede adquirir un papel fundamental al ser no solo herramienta de comunicación estableciendo relaciones de buen trato, sino también instrumento para el fomento de la resiliencia.