Abstract
Poder y Arquitectura han establecido vínculos interesados a lo largo del tiempo, demandando el primero, por voluntad impuesta, la manifestación iconográfica de esta que a su vez representa en sus diferentes estilos el mensaje ideológico requerido. El régimen nazi extremó esta alianza fáustica con una simbiosis simbólica fascinadora en su lenguaje codificado. Albert Speer, el brillante arquitecto del Führer visionario, quedó atrapado en esta atmósfera que cultivaba la idolatría al líder carismático dentro de una visión totalizante. Sirvió de instrumento eficaz en la creación de la arquitectura expresiva del político hasta el punto de lograr fijar en piedra la palabra del poder. Proponemos una mirada desde la Semiótica, como dispositivo complementario de análisis arquitectónico ya que no solo la arquitectura es funcionalidad, sino también expresión, emoción, y, sobre todo, comunicación. Speer alcanza sus mayores logros al conseguir en sus escenografías arquitectónicas un espacio cohesivo en el que la representación del poder absoluto llega al clímax emocional común, destinado a un público narcotizado en la fascinación colectiva. Es la semiótica, aún con sus limitaciones en su necesidad de reestructuración continua para las descodificaciones, donde las ideologías y la circunstancia perturban el mensaje, un eficaz instrumento analítico, entre otros, aplicable al campo arquitectónico.