Abstract
Encontramos tantas razones para afirmar la singularidad e individualidad humana inconfundibles, como para asegurar que nadie puede denominarse ni definirse como un individuo solitario. Biología y filosofía, como representantes de ciencias experimentales y ciencias del espíritu, respectivamente, coinciden en esta interpretación ciertamente ambigua. La aclaración del equívoco, desambiguación, quizás no es posible desde la razón pura, desencarnada. Es mejor pensar recuperando el mundo, lo cual, en este texto, se ensaya de forma metafórica, mediante la narración de un paseo en la ciudad, con la glosa reflexiva que acompaña al paseante.