Abstract
El éxito aparente de esta institución es de tal calibre, tiene tan pocos precedentes, que conviene tenerlo siempre en cuenta cuando algún ignorante o malintencionado alude al oscurantismo de la Iglesia o a las tinieblas medievales. Posiblemente, la mezcla de tres elementos de clara matriz evangélica en las primeras universidades sea la clave del triunfo rotundo de esta institución en la historia de Occidente: amor a la Verdad (ego sum viam, veritas et vita: Jn 14,6), difusión de esta Verdad (euntes ergo docete omnes gentes; Mt 28,19) y gratuidad de esta Verdad (quod gratis accepistis gratis date; Mt 10,8). De estos tres principios viene la yuxtaposición típica de tres ámbitos respectivos en la Universidad: investigación, docencia y obra social.