Abstract
El paisaje es un concepto que incluye realidad objetiva y realidad percibida. Es ética y estética. Incluye tanto los paisajes extraordinarios, por su valor ecológico o su belleza, como los paisajes cotidianos, que todos recorremos a diario. En las últimas décadas se ha convertido en un argumento renovado de reclamación social para un planteamiento sostenible y justo de la gestión de los recursos naturales y el territorio. En este sentido, cobran especial relevancia las relaciones entre paisaje e infraestructuras; relaciones de carácter histórico, con un largo proceso de interacción. Y es que las infraestructuras energéticas han definido, en gran medida, el paisaje a lo largo de la historia, convirtiéndose tanto en símbolos de prosperidad, progreso u orgullo, como en un fenómeno problemático y fuente de rechazo social. El paisaje periurbano en torno a grandes ciudades como Madrid está transformándose rápidamente. Además, se trata de un tipo de paisaje que suele concebirse como efímero, susceptible a cambios repentinos y de gran envergadura, que a menudo arrasan con las preexistencias al considerar que no hay valor en lo que está ‘degradado’ o ‘vacío’. Así ocurre, en gran medida, con la ‘diagonal sudeste’ de la periferia de Madrid; un paisaje históricamente menos valorado y atendido, contenedor de gran parte de las infraestructuras y espacios ‘servidores’ a la ciudad, pero que constituye el escenario diario de una población creciente. Analizar el paisaje periurbano de Madrid, a través de sus accesos principales y de sus artefactos energéticos manifiestos (elementos estructurantes tan visibles sobre el territorio), es primordial para completar la visión y conocimiento sobre el entorno de la ciudad, tanto desde un punto de vista territorial como perceptivo, de imagen y de contenidos culturales. En la ‘mirada al sur’ de la ciudad que se propone en este trabajo, se pone el foco en las infraestructuras del transporte y transformación de la electricidad, así como en las vías rápidas que a menudo ‘viajan’ de la mano, atravesando la franja periurbana hasta su entrada en el centro urbano. El análisis se realiza a dos escalas: metropolitana y local. Se estudian, pues, las carreteras y artefactos eléctricos en relación con su entorno, su imagen y vinculación con los demás elementos del paisaje periurbano, así como la percepción que de ellos tienen los habitantes que los recorren diariamente. Para ello, se diseñan y aplican técnicas metodológicas específicas, que han sido probadas en diversas casuísticas y que podrían extrapolarse a otros casos o a periferias de otras poblaciones, para enriquecer las herramientas de estudio disponibles para los agentes que intervienen en el planeamiento y diseño de estas áreas en las que cada vez habita más población.