422 | 27, pp. 421-428 | doxa.comunicación

julio-diciembre de 2018

Creencias, posverdad y política

ISSN: 1696-019X / e-ISSN: 2386-3978

1. Introducción

El 9 de noviembre de 2016, gran parte del mundo recibía con estupefacción la noticia de la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. Las crónicas y editoriales de los main stream media subrayaban el vuelco que se había producido en los sondeos de opinión que, durante meses, auguraron la victoria de la candidata del Partido Demócrata, Hilary Clinton. El día anterior a la cita electoral, el 8 de noviembre, la diferencia en las encuestas superaba los tres puntos a favor de Clinton (46,8 a 43,6) (Real Clear Politics, 2016).

Unos meses antes, el 23 de junio de 2016, Reino Unido había sacudido la opinión pública internacional con la decisión de abandonar la UE. Contra todo pronóstico, los partidarios del Brexit se impusieron con el 51,9% de los sufragios emitidos en referéndum. Sin embargo, las encuestas habían mantenido hasta el último día la victoria de los remainers con un 48% frente a un 46% de los votos (Financial Times, 2016).

Todas las publicaciones de referencia internacional se han ocupado profusamente de ambos vuelcos electorales. En una somera revisión de las principales cabeceras estadounidenses observamos que, más allá de sus consecuencias históricas, el Brexit supuso un aldabonazo para los analistas de aquel país, toda vez que Donald Trump había sido designado candi-dato por el Partido Republicano. La eventualidad de que pudiera ganar las elecciones presidenciales suscitó numerosos análisis que correlacionaban ambos acontecimientos, y desde los primeros momentos dicha correlación se estableció en torno a la irrupción en el debate público de las noticias falsas (fake news) y el contexto de posverdad (post-truth) que habían inundado la campaña del Brexit y que ya estaban contaminando la campaña política de las Presidenciales que se celebrarían en noviembre de 2016.

En agosto de 2016, The New York Times denunciaba abiertamente en el artículo titulado por Williams Davies “The age of post-truth politics” las informaciones inexactas, incompletas o directamente falsas difundidas durante la campaña del Brexit, alertaba del “declive de la autoridad de los hechos” y reclamaba para los periódicos el “deber de resistencia frente a la demagogia populista” (Davies, 2016).

En la misma línea, The Economist editorializaba en septiembre de 2016 sobre el riesgo de las noticias falsas y la creación de un estado de posverdad política que podría desembocar en acontecimientos similares al Brexit. En “Art of the lie”, The Eco-nomist alertaba del riesgo de este tipo de campañas políticas basadas en los sentimientos, no en los hechos, campañas que, como en el caso del Brexit, obligan a los oponentes a “luchar en terrenos que ellos no han elegido” (The Economist, 2016).

El director de The New Yorker, David Remnick, inauguró en septiembre de 2016 una serie de reportajes en profundidad ti-tulada “Trump and the Truth”. Remnick anunciaba la puesta en marcha de los departamentos de fact-cheking (verificación de datos) no solo en The New Yorker, sino también en cabeceras como The New York Times, The Washignton Post y en el sitio especializado en verificación de datos Politifact, cuyos reporteros asumían la función de corroborar la exactitud de las noticias prominentes de la campaña electoral para orientar a la opinión pública en algunos de los temas centrales, como la inmigración, el crimen, el desempleo o las teorías de la conspiración (The New Yorker, 2016).

En diciembre de 2016, habiéndose consumado la victoria de Donald Trump, la responsable de la página editorial de The Washington Post, Ruth Marcus, titulaba su comentario “Wellcome to the post-truth presidency” (The Washington Post,